martes, 24 de noviembre de 2015

Una Segunda Oportunidad al Amor (Final 1era temporada Cada Martes)

El amor, ese sentimiento y acto de voluntad cada vez mas complicado de definir conforme nos llenamos de experiencias. Parecía que hace algunas generaciones era mas sencillo; Te enamorabas en tu juventud (o en tu pubertad), ése hombre era tu primer beso y luego, una mañana de domingo ya era el padre de tus hijos, vaya que una se aventuraba al matrimonio muy joven pero lista para ser ama de casa. Hubo quienes tuvieron mucha suerte, ya que su joven esposo resultó ser un buen hombre proveedor y padre para sus hijos. Otras, desafortunadamente se quedaron por que "la cruz" que les tocó (como decía mi abuela) era un hombre alcohólico o muy amistoso con las mujeres. Pero una cosa parece cierta, a la mayoría quizás no le rompieron el corazón, bueno, tal vez sí pero de una forma diferente a como nos sucede en la actualidad. Conozco algunas mujeres mayores que sí sufrieron por el desamor o engaño de su esposo, pero dada la cultura de hace varios años, fueron pocas las que tuvieron (o así lo decidieron) que enfrentarse a vivir un duelo físico (emocional no me consta) de separación. Actualmente, gracias a que la mujer tiene otras oportunidades, con ello vino la posibilidad y el derecho de ELEGIR su destino (ya no era la cruz que decía mi abuela). Con el feminismo y la constante pelea de equidad de género, llegaron no solo los beneficios de ser tratadas iguales (mismos estudios y empleos que los hombres) sino también las consecuencias. Esta nueva modalidad de "SOY MUJER INVENCIBLE" que vino acompañada de ocupaciones extras (ya no solo cuidábamos la casa y paríamos criaturas, ahora también había que trabajar para mantenerlas y si la casa estaba hecha un desastre porque recién volvimos de estar todo el día sentada tras una computadora también es culpa nuestra), muchos no vimos venir que dado que hicimos el maravilloso descubrimiento de que cada vez "necesitábamos" menos a los hombres, nuestras peticiones se hicieron más y más exigentes. Era claro, ya no era necesario que nos mantuvieran, aprendimos a trabajar, entonces si antes nos quedábamos porque no podíamos salir adelante sin ellos, abolimos la barrera más grande que nos separaba del "hasta que la muerte nos separe" al "¿y como porqué me aguanto?" (en los casos que aplique claro). Otras necesidades nuestras empezaron a ser importantes: "que sea inteligente", "que sea respetuoso", "que sea fiel", "que sea cooperativo", "que me entienda", "que me apoye", "que sea bueno en la cama"... Esto encausó en un incremento de relaciones (ya no nos quedábamos con el primero, había que probar más, conocer el mundo), y claro, incremento de separaciones. ¿A dónde quiero llegar con esto?... A que quizás tenemos más corazones rotos que nuestras abuelas y madres... es decir un repertorio más grande de desilusiones con historias que no terminan con finales felices como creíamos.

Es verdad, los desamores y engaños existen prácticamente desde siempre, pero el hecho de que nuestra cultura haya madurado y avanzado parece que incrementó no solo su popularidad sino la forma de hacerlo y el tipo de desenlace que tendrá es diferente. Antes las infidelidades y desamores eran más discretos (igual no los apruebo pero son una realidad) y rara vez involucraba la posibilidad de dejar a tu relación estable por la aventura. Hoy está no solo involucrado el acto sino la desvergüenza y desfachatez con la que aveces se realiza, y son vistos más como actos definitivos para nosotros. Sabemos por ejemplo que si nos traicionan la relación terminará y nos enfrentaremos a meses de duelo. La cultura ha cambiado, los finales felices tienen mayor tendencia a terminar que antes. Nos desilusionaremos más veces que lo que lo hacían nuestras antecesoras. Somos individuos más cautelosos, menos ingenuos y claro, más egoístas.

Me tomó meses de razonamiento, lectura y opiniones de allegados armar esta estructura y organizarla en mi mente. Escuché a mi madre con sus experiencias, a señoras que alguna vez me dieron los consejos que ellas tomaron en su momento ante una posible separación y decidieron quedarse, a mi abuela, a mis amigas con sus formas de pensar más similares a la mía y de entre todo lo que escuché de todas las personas que me han hecho el honor de compartirme sus palabras, nada pudo explicar lo que sentí hace dos días en la boda de una de mis mejores amigas. 

Ya había ido a muchas bodas antes; cuando estaba soltera, casada, divorciada, soltera de nuevo, y sobra decir que en cada una de ellas y conforme era mi situación actual del momento, el evento de unirse una pareja de enamorados lo veía totalmente diferente. Primero ilusionada, soñando, esperanzada, decepcionada, escéptica, aburrida, incrédula, etc... pero de pronto, dentro de mi realista y fría forma de ver la vida, al asistir a la ceremonia religiosa de mi amiga y verla tan feliz en su vestido blanco lleno de brillantes pensé: "Si el amor es esa fuerza que nos empuja a vivir las más tristes de las tragedias que viviremos en nuestra vida, ¿cuál es el punto de creer en que lanzarse al ruedo de ser vulnerable es buena idea?", más fuerte aún, no nos cuentan que el amor nos hace sufrir, ¡lo hemos vivido!, ya nos han roto el corazón, ya nos demostraron que todo tiene un fin, que las palabras se las lleva el viento, que quien te diga que te amará siempre puede que algún día lo olvide, que de la noche a la mañana la persona que mas conocías es ahora un extraño. Que los engaños existen y que somos tan capaces de ser incluso los traidores de una relación y destrozarle el alma a alguien más... ¿Cuál es el punto entonces? Ser escéptico comienza a ser lo más lógico dado el raciocinio que la gente miente, engaña, traiciona, desenamora, lastima y olvida.

Horas mas tarde, nos encontrábamos de nuevo en la recepción de la boda cuando vi bajar a mi amiga por esas escaleras blancas. Llega a la pista, empieza el vals, y ella empieza a llorar. Es la segunda vez en mi vida que la veía llorar, mi amiga no es de las que lloran, pero nunca olvidaré la primera vez que vi sus ojos llenarse de lágrimas. Eran las 8 de la noche de un jueves de invierno, junté a mis amigas de la preparatoria para darles la noticia de que me divorciaría y que ocupaba de sus brazos, hombros y pacientes oídos. Ella comenzó a llorar tan pronto me vio deshacerme en palabras. Nunca había llorado frente a mi, ella y yo no éramos las más unidas de ese grupo de 7 mujeres, pero esa noche percibí su empatía, ya que ella sin duda sentía mi dolor como si fuera propio. Habían pasado dos años ya desde esa noche fría, y ahora, de nuevo juntas pero ahora en su boda, la vi llorar sonriendo. Y sucedió lo que jamas me había sucedido en las bodas a las que fui soñadora, esperanzada, escéptica, y amargada... comencé a llorar. Yo sentía su felicidad, como ella alguna vez sintió mi dolor. La respuesta a mi pregunta de la iglesia la tuve en esos momentos. Si el amor es esa fuerza que nos empuja a vivir las mas tristes tragedias de nuestra vida, ¿cual es el punto de lanzarse a él una, dos, tres veces?, la respuesta es simple y sencillamente para sentir.

Parece muy obvio y todos decimos conocer de antemano que la vida hay que vivirla y disfrutarla cada momento y jamas bloquearnos, pero lo que sucede es que estos bloqueos de "no quiero amar" (por primera o la vez que sea) suceden mas inconscientemente de lo que creemos. Podemos decirnos abiertos al amor a pesar de haberle llorado a alguien hace meses, pero cuando tenemos la oportunidad de iniciar el camino a veces descartamos buenas personas, rechazamos increíbles citas, ignoramos señales, dejamos pasar momentos, decimos que no necesitamos de nada ni de nadie, todo porque en el fondo y casi sin darnos cuenta no queremos ser lastimados, nos convertimos en esa generación de que por egoístas, en las relaciones no queremos batallar demasiado. 

Un amigo cercano de 30 y tantos años, soltero y con un buen empleo siempre me dijo que él no se conformaba con ninguna mujer que no fuera la perfecta para él. Yo le aconsejé en su momento que nadie podía tenerlo todo y que la perfección no existía, sin embargo el enfatizó: "La gente se rinde muy rápido, sí se puede tenerlo todo". Meses mas tarde conoció a una mujer con la que inició una relación, y un año después me dijo que estaba a punto de proponerle matrimonio, pero que no estaba totalmente seguro ya que aunque sí la amaba, casarse no parecía ser el mejor negocio para sus planes del futuro profesional. Mi respuesta fue: "Si lo piensas demasiado te darás cuenta que en efecto casarse es una pésima idea, como lo es tener hijos y hasta cierto punto también tener novia. Invertimos tiempo, dinero, energía, ¿pero sabes por qué lo hacemos? Porque lo que recibimos a cambio no se puede comprar, ni conseguir con los diplomas de las mejores universidades, ni a cuenta de un carro del año... Invertimos en sentir". Hoy ya están comprometidos. 

El amor, esa fuerza y voluntad tan engañosa que un día nos da los mejores momentos de nuestra vida y al otro nos hace desear hasta no estar vivos, vale la pena precisamente porque no hay nada que nos recuerda más que no somos máquinas moviéndonos por la vida de nuestra casa al trabajo y del trabajo a la casa que precisamente SENTIR, nos recuerda que somos humanos, que nos duele, que lloramos, que amábamos con todas nuestras fuerzas, que los bienes materiales no nos van a salvar de uno de los dolores más fuertes que sentiremos. Cuando era más joven y tenía mi primer auto, contaba cada gota de gasolina que usaba y me molestaba si el tanque se terminaba antes de tiempo. Luego mi primer novio terminó conmigo y cada día daba miles de vueltas en el auto gastando litros y litros de combustible sin importarme lo que éstos me costaban. Eso hace el amor y el desamor, nos da esa sacudida que nos recuerda que somos humanos, que lo esencial de nuestro ser no está afuera sino dentro. Sin duda más de uno de nosotros alguna vez hubiera dado su posesión material mas importante por que el amor de su vida volviera... ¡sin pensarlo!... ¿Porqué es buena idea lanzarse de nuevo al ruedo vulnerable de amar una, dos, tres veces cuando ya nos han demostrado que no parece ser el mejor negocio?, porque si no lo hacemos, estamos condenados a vivir una realidad deshumanizada.

Es probable que con el paso de los años, las generaciones y las experiencias, nuestras ideas respecto al amor, desamor, relaciones, corazones rotos y desilusión hayan sufrido severas transformaciones, pero si algo puedo asegurar no ha cambiado desde nuestras abuelas amas de casa, hasta las grandes jóvenes emprendedoras de hoy en día, es esa necesidad de creer en algo, de creer en el amor. ¿No es esa una de las razones por las que a la mayoría le gustan las bodas?, Porque esos eventos nos recuerdan, aunque sea por 5 horas, que el amor SI existe y que se logra ser feliz a pesar de todo.

Vamos a darle otra oportunidad al amor, la segunda, tercera o la vez que sea... ¿Porqué? Porque simplemente todos nos merecemos sentirnos vivos. ¿Nos romperán de nuevo el corazón?... tal vez,  quién sabe... pero aquí estarán siempre los demás artículos que nos dirán que hacer.

Ha sido todo un honor que hayas leído los 66 Cada Martes de esta primera temporada, en donde fuimos desde el desamor, los estereotipos, la violencia, la infidelidad, y la vuelta al amor. Gracias de verdad y espero haber dejado algo bueno en ti este año y medio. Nos vemos en el 2016 con nuevos temas y nuevas historias.


Laura Franco


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