martes, 1 de septiembre de 2015

Cerrar Ciclos: El perdón, la aceptación y el balance

Era un MARTES común y corriente. El parque lineal estaba muy concurrido pasadas las 6 de la tarde, horario en el que la mayoría de las personas hacen sus ligeros pero muy productivos ejercicios de correr, caminar y algunos como yo, preferimos la bicicleta y unos audífonos con ésa motivacional música que te impulsa a pedalear más rápido. No muchos minutos mas tarde y luego de terminar mi nada exigente rutina de entrenamiento, pasé caminando con mi 'bici' junto a una sección enrejada hecha especialmente para que los amantes de los perros puedan llevar y soltar a sus mascotas. Entonces, mi limitada vista con miopía me permitió distinguir un pequeño grupo de 3 hombres jóvenes con sus animales. Enfoqué un poco más y entonces los distinguí, eran mis antiguos hermanos políticos... o dicho de otro modo, los hermanos de mi ex esposo. En los 5 años que tuve la dicha de prácticamente vivir a su lado tuve momentos muy buenos; son ese tipo de personas incondicionales que están ahí para ti. Esa gente sencilla con la que puedes pasar horas riéndote. No ocupábamos mucho, solo esos domingos de leer el periódico por las mañanas y esas cenas caseras entre semana eran suficientes para sentirse en casa. Volviendo al presente y aun con mis lentes (que requieren ser graduados nuevamente) pude distinguir que existió un momento en que mi mirada se cruzó con el mas joven de ellos, así que dado el momento decidí convertir lo que podía ser una situación incómoda en algo mucho mas tranquilo para todos. Rompí el hielo, levanté mi brazo derecho y lo moví de un lado a otro efectuando un autentico saludo amistoso de lejos... pero no esperé que sucediera lo siguiente. Me observaron mientras lo hacía, voltearon la mirada al oriente y se alejaron del lugar. Creo que aun tenía el brazo levantado cuando los vi ignorarme. Pudieron haber sido muchas las razones: no me reconocieron, no querían cruzar palabra conmigo, ya tenían que irse, etc. Sea lo que sea que haya sido, volví a subirme a mi bicicleta para alejarme del extraño momento que acababa de pasar. Empecé a avanzar más rápido mientras sonaba en mis audífonos "Livin' on a prayer" de Bon Jovi, y justo cuando éste entonaba la parte más emotiva de la canción pensé en el famoso término de cerrar ciclos y me pregunté: ¿Cuánto tiempo se necesita para hacerlo? ¿Cuál es la pieza clave para dejar atrás?... y ¿Cómo sabes que ya lo lograste?

Hacerme esas preguntas me hizo recordar a finales del año pasado cuando comenzaban mis frecuentes viajes a Guadalajara, y en una de esas ocasiones, al salir de un restaurante una noche, mi entonces amigo y ahora pareja David me dijo en tono empático: "Yo también viví experiencias amorosas tristes y por meses hablé de ellas con todo el mundo, hasta que un amigo cercano me dijo simplemente que ya era suficiente. No pretendo ofenderte ni presionarte pero, ¿Cuando tú considerarías que seria suficiente hablar del tema? ¿Porqué no solo soltarlo y dejarlo ir?". No fue su intención pero sí, me sentí ofendida. ¡En definitiva él tenía razón!, había que soltarse y dejarlo ir pero ¿por qué algunas veces sentimos simplemente que no estamos listos?... Esto se debe a que hay un ingrediente muy obvio pero vital para cerrar el círculo: El auténtico perdón. No hablo del perdón que dice: "Está bien, ya, te perdono"... ese no nos sirve, no es real, lo decimos quizás con la mejor intención pero no es hasta que dejamos que éste lleve su curso cuando logramos sentirlo realmente. No significa que seamos duros, fríos, resentidos o incluso malos si no lo sentimos de inmediato, la clave es dejarlo fluir. 

"Perdonar es liberar a un prisionero, para darte cuenta que el prisionero eras tú" (Lewis B. Smedes)

El tiempo que nos toma llegar a la fase final de cerrar un ciclo es variable en cada uno de nosotros. Un amigo muy cercano decía que podía dar vuelta de hoja en tan solo una semana, y aunque no pueda probar que su aseveración es falsa, al menos él parecía tranquilo y feliz. Otros, como yo, nos toma unos cuantos meses. Pero también no hay que olvidar que juega un papel importante el hecho que estamos intentando dejar atrás. En lo personal no me atrevería a juzgar a quien aun le llora a alguno de sus padres fallecidos luego de varios años, yo tengo la fortuna de contar aún con los míos y aunque yo también hubiera sufrido ése tipo de pérdida, cada caso es distinto, nunca es igual, cada persona tuvo una relación diferente a sus allegados y eso se traduce en maneras diferentes de afrontar un duelo y su respectivo perdón para que sea posible dar carpetazo al asunto. 

Pero entonces, ¿cómo llegamos a él? ¿qué podemos hacer para cerrar un ciclo?... Podría dar el buen consejo que me dio David esa noche de Noviembre, pero si para mi no funcionó tan sencillo como: "ok, tienes razón, a partir de mañana, todo perdonado, todo superado" (que no voy a mentir, hubiera querido fuera así de fácil), quizás tampoco para ti lo sea... mi respuesta es: solo dedícate a vivir un día a la vez, acepta lo que no puedes cambiar y deja la vida fluir. Vive cada momento, disfruta el sentirte triste algunas noches y regálate una sesión de nostalgia, luego descansa y levántate de nuevo la mañana siguiente a trabajar. Saborea cada risa con tus amigos, cada mañana que haces ejercicio, cada pequeño logro de tus hijos, aprende a ver la maravilla de las cosas pequeñitas como esos pájaros que cantan de una forma peculiar en las mañanas en el monte, o como ese truco nuevo que aprendió tu perro, y de paso ríete de los vídeos y 'memes' mas tontos del mundo. El dolor no será  permanente, no te desesperes y solo sigue avanzando... una mañana ya no dolerá, una mañana ya no importará y una mañana podrás darle la mano a tu pasado y entender que quienes te hirieron quizás no querían hacerlo y en verdad no eran tan malos como creíste. ÉSE ES EL PERDÓN AL QUE SE NECESITA LLEGAR. Y los perdonarás por que en algún momento de su vida tomaron una decisión que pudo ser muy dañina para ti, pero ¿quien nos exenta a los demás de no hacerlo?... Mañana podrías ser tu el que cometiera un error y rompiera la confianza de algún ser amado. Juzgamos duramente a los que se equivocan como si nosotros no nos equivocáramos o si jamás fuéramos a tropezar. Pero no te desesperes, no hay prisa por ahora convertirse en la Madre Teresa de Calcuta. Esta bien sentir enojo a veces, esa ira y esa rabia que nos hace escupir frases de odio. El fuego del coraje muchas veces es el que nos impulsa a dar esos primeros pasos rumbo a la recuperación de una mala experiencia... solo no dejes que se caliente demasiado. Está bien sentirse triste, llorar, recriminar a Dios o al mismo destino por sus crueles desenlaces, la vida no es color de rosa todo el tiempo, pero son esos grises días los que nos sensibilizan y nos hacen aprender a valorar los días soleados. Así es el proceso de vivir un duelo y soltar a algo o alguien, de cerrar un ciclo, un día eres increíblemente fuerte y al otro, la persona mas débil del mundo, pero ¿sabes que? ¡está bien!... Todos hemos estado ahí alguna vez, aunque no todos lo admitan pero esa fue la razón de ser de Cada Martes, que pudieras encontrar en mi a alguien que también vivió o vive lo que tu. Que también se ha sentido traicionada por el amor, ilusionada con nuevas citas, nostálgica por lo que ya no es, miedosa de un futuro incierto, desmotivada a luchar, invencible guerrera, atacada y señalada por los estándares de una sociedad cerrada, una persona que no encaja, pero que aun así, como tu, es feliz y quiere ser feliz. Pero debemos dejar que corra el reloj, que pase el tiempo, que fluyan nuestros sentimientos y mientras ellos toman su curso, nosotros también sigamos avanzando. 

Seamos también tolerantes con los demás, los procesos de cerrar ciclos no son igual para todos, pero al final lo importante es soltarse, es dejar ir tu pasado para darle la bienvenida no tu futuro sino a tu presente, a ese momento que estas viviendo ahora. 

Llegué a casa unas horas después mas tarde esa noche y me sentí orgullosa de lo que me había dado cuenta que había logrado. Me permití vivir un proceso lleno de emociones que aunque la mayoría fueron dolorosas e intensas, pude crecer, pude aprender y pude entender mis errores, pero también valorar mis aciertos. Aprendí a amar a la verdadera Laura sin vendarme los ojos y me vi fríamente en el espejo, me había convertido en una mujer íntegra, completa... y de pronto, la puerta de la entrada comienza a abrirse, volteo la vista, David va llegando luego de una larga jornada de trabajo. El ciclo se cerró pero con él se abrió uno nuevo, lleno de nuevos aprendizajes y nuevas aventuras que te enseñan que aun queda mucha historia por escribir. 

Albert Einstein tenía razón con su frase de la bicicleta, ya que para mantener el balance en mi vida, tenía que seguir pedaleando... justo como lo hice esa tarde.

¡Feliz primer aniversario de Cada Martes!

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