“Estoy a punto
de comprarlo, jamás hago algo así, algo tan caro, pero es nuestro sueño conocer
Nueva York antes de ser padres”… finales de Octubre 2013, un viernes por la
mañana en la oficina estaba más que entusiasmada por ese enorme cargo que haría
a mi tarjeta de crédito, nada barato, pero valdría la pena al ver su expresión
cuando en navidad abriera el sobre y viera los boletos de avión. La fecha
estaba segura, el 16 de Abril 2014 conoceríamos Manhattan.
Aún con el
enorme entusiasmo de ver mi sueño tan a punto de hacerse realidad y tan solo una semana
después de haberle dado el sí a la agencia de viajes, encuentro la pieza que
faltaba en el rompecabezas que por meses intenté descifrar del repentino cambio
en el comportamiento de mi entonces pareja: había alguien más… y todo a mi
alrededor se rompe a pedazos.
Nadie te dice
cómo es cuando te das cuenta de ése tipo de cosas, lo ves en las películas e
incluso fantaseas que si alguna vez te sucediera, lo atropellarías con tu auto
y lo arrastrarías por kilómetros, pero no es así cuando te pasa, cuando te cae ese balde de agua fría y simplemente pierdes el piso, dejas de respirar, no
puedes pensar en nada más, ni en comer, ni en dormir. Pasan algunos días,
empiezas a tomar decisiones con todo tu ser terriblemente destrozado y en medio
de tu dolor anímico, caes en cuenta de que tu situación financiera inevitablemente
va a cambiar... justo entonces recordé: “¡Acabo de comprar un viaje a Nueva York para
dos y lo debo todo!”. Entré en pánico, me agarré la cabeza y me quería
arrancar el cabello, no sabía qué iba a ser de mi vida, no tenía idea de cómo
iba a superar la situación que recién me atacaba y mucho menos cómo iba a pagar
ese viaje ahora que tendría tantos gastos (cuando entras en separación y
divorcio todo se desestabiliza, especialmente tu economía, porque el doble
ingreso pasa a convertirse en solo tú ingreso, y la mayoría de los gastos son
los mismos, igual debes pagar la casa, el carro, la gasolina, los servicios, la
comida del perro, todo). A la vuelta de
unas semanas me hice a la inevitable idea de que perdería ese vuelo y lo que
había gastado en él, no era reembolsable y no pensaba ir, apenas y podría
liquidar la deuda como para darme el lujo de gastar más allá; cabizbaja acepté que mi sueño debía
cancelarse.
Se llegó el mes
de Febrero y la mayoría de mis amistades conocían la situación del famoso viaje
frustrado a Nueva York, a lo que una de ellas me dijo: “Ese era tu sueño, deberías cumplirlo de todos modos”. Al principio
sostuve que no, dado los problemas económicos que ahí ya habían comenzado a
hacer de las suyas (el abogado empezó a pasarme sus facturas), pero una mañana,
así como suceden las grandes revelaciones en nuestra mente, desperté: ¡A la fregada, voy a tomar ese avión así
tenga que hacerlo sola! (el boleto no era transferible, uno de los dos sí
se perdería). Y así, de pronto y como por arte de magia, el miedo comenzaba a
dispersarse, sabía que caminaría por las calles de la gran manzana solamente
acompañada de mi maleta y mis ilusiones de disfrutar lo que tanto había
anhelado, ¡y no me molestaba!, mi actitud empezaba a cambiar y empecé a sentir
una ganas enormes de vivir. Unas semanas antes de que se llegara la fecha, mi
viaje da un pequeño giro, mi hermano compra un vuelo para acompañarme.
El viaje fue
maravilloso como toda la ciudad lo es, pero no olvidaré nunca la primera vez
que vi Central Park. Tomamos el subterraneo de Queens hacia Manhattan y nos
bajamos en la estación del museo de historia, solo que la entrada era por la
parte de afuera, así que debíamos subir unas escaleras que daban directo al
parque. Las recuerdo claramente, era un tunel obscuro, frío, con imágenes de
animales a los costados y solo había una luz proveniente del exterior, tenía
muchos escalones hacia arriba, pero conforme me acercaba el aire se sentía más
y más fresco y limpio. Empecé a subir despacio y entonces miré hacia arriba, un
grupo de árboles y enormes edificios me daban la bienvenida, no podía dejar de
asombrarme con su inmensidad mientras a paso aun mas lento subía el último
escalón. Había mucha gente pero juro que yo no podía escuchar a nada ni a
nadie, solo a mi y a los árboles y los edificios que con su impetuosa altura e
imponente precencia me hicieron sentir en casa, me hicieron sentir que yo era
parte de ellos y que yo era como ellos: grandes, fuertes, invencibles y con la
capacidad de tocar el cielo… ¡Lo había
logrado!, había llegado a Nueva York a pesar de todo, a pesar de mi dolor, ahí
estaba yo y de la mano del hombre del que debía estar: mi hermano.
A partir de ese
día y a partir de ese viaje nada fue igual. A raíz de ese golpe de dolor en el
que sientes que te lanzan desde lo más alto del Empire State, me di cuenta que
tenía alas y que no sabía usarlas, las usaba cerradas para mantenerme presa en
mi propio cuerpo y terminé abriéndolas aprendiendo a volar aún mas alto que el
mismo edificio en el que me hallaba… Pero
¿Cuántas veces no somos ignorantes de nuestro propio poder y la fuerza de
nuestros sueños? ¿Nos subestimamos demasiado? Yo estuve a punto de renunciar a mi sueño porque, por un tiempo creí que no valía la pena, pero tal vez todos necesitamos que nos lancen del Empire State de vez en cuando.
Los sueños, por
muy lejos de lo que yo pensaba cuando casi me arranco el cabello, son nuestros,
hay ocasiones en que decidimos compartirlos con alguien más: al casarnos, al
ser padres, al comprar una casa o incluso al adoptar una mascota, pero nunca
debemos olvidar que primero nos pertenecen a nosotros, que son los que día a
día nos empujan a seguir adelante, a no caernos, a no rendirnos, si en algun
momento de nuestra vida ése sueño intenta ser destruido, es momento de
defenderlo, de abrazarlo, de recordar que nos pertence y que debemos siempre ir
tras él con o sin ayuda de nadie. La fidelidad a nosotros mismos es el inicio
para lograr lo que sea que tu quieras lograr. Mucha gente te va a traicionar y
otros tantos que creías contabas con ellos van a decirte que NO puedes y muchas
veces vas a encontrarte solo, pero no necesitas que la gente crea en ti en un
inicio, para cumplir tu sueño vas a tener que tener el coraje de pararte frente
a todo y todos y creer en ti mismo, si haces eso, el resto del mundo tarde o
temprano o te sigue, o se calla... o se quita de tu camino.
… Yo pude haber
dejado que esa caida me destrozara la cara en el pavimento y rompiera todos mis
huesos, pero si ya me estaba cayendo, mejor aprendí a volar.
El tunel del
subterraneo hacia Central Park al principio es obscuro, pero quedarte ahí parado no va a hacer que salgas mas rápido, debes seguir
caminando... y al final, te juro que la vista vale la pena.
Laura Franco
No hay comentarios.:
Publicar un comentario