martes, 23 de febrero de 2016

Malas Relaciones, Males Necesarios

Rocío y Graciela entraron a mi oficina una tarde, no estaban los jefes así que el ambiente era mucho más tranquilo comparado con el usual tráfico de personal en los pasillos. Yo no estaba del todo "libre" de pendientes laborales, así que las dejé pasearse y distraerse en mi pequeña oficina. Rocío, con su toque curioso y espontáneo muy característico de su edad (es la mas joven de todo el edificio), se dirigió a mi librero y tomó lo que parecía un pequeño libro rosa. Lo abrió y ojeó rápidamente, y antes de que pudiera darme cuenta, exclamó con asombro: "¡Laura! ¿qué es todo esto?" mientras señalaba una de las páginas que incluía recortes de correos electrónicos impresos, imágenes, dibujos y algunos textos subrayados. Rocío no tenía en sus manos un libro cualquiera de mi biblioteca personal, sino mi último diario escrito entre el año 2008 y el 2012. Era de hecho el único que había sobrevivido a esa quema de obras literarias mías hacia ya algún tiempo. Mi mejor amiga Sandy me lo había regalado años atrás, y yo en aquel entonces decidí que sería el lugar donde plasmaría absolutamente toda mi relación con el que ahora es mi ex pareja. ¿Porqué lo guardé?... porqué además de que el diseño de ese diario es hermoso (el mejor que he visto), era realmente el único diario que me quedaba de 5 que había escrito desde que tenía 12 años. "Laura, ¿esto es cierto?", exclamó Rocío mientras Graciela se acercaba para ver qué había despertado el asombro de nuestra practicante. Tenían en sus manos una carta donde yo le contaba a una amiga de aquellos años, cómo era que me había fracturado el dedo índice de la mano izquierda aquella vez que recién casada, tuve una fuerte discusión con mi ex. La verdad es que ya habían pasado muchos años, por lo que ese hecho pertenecía a ese rincón de recuerdos que... la verdad ya no recordaba. Por algunos minutos le traté de platicar a mis amigas de la oficina cómo era que aquello había ocurrido, pero me costó traer a mi mente los detalles, ¡eran duros de recordar! No entré mucho en el tema y simplemente dije que era algo que ya había pasado y que no era necesario traer de vuelta. Luego al estar sola de nuevo y mientras cerraba la puerta de mi oficina pensé: "Esa relación en la que estuve 5 años de mi vida donde la mayoría de los sucesos eran dignos de poner en un programa estilo talk show... ¿valió la pena vivirla?" ¡pude haber hecho tantas otras cosas en esos 5 años!... pude haber viajado con mis amigas, irme de intercambio a estudiar a otro país, disfrutar mi graduación de la universidad... y la duda apareció: ¿existen las relaciones que se catalogan como PÉRDIDAS DE TIEMPO?

Unas semanas mas tarde, mi nueva/vieja amiga Martha me envió una imagen que decía: "Ninguna relación es una pérdida de tiempo porque si no te dio lo que buscabas, te enseñó lo que necesitabas". Y entonces me pregunto, junto a mi segunda taza de café de la noche, y luego de mi sesión de responder correos de mujeres en medio de una crisis de tristeza ahora que ese hombre que no las valoraba, las ha dejado...  ¿Ninguna relación es en verdad una pérdida de tiempo? ¿qué podemos decir de aquellas que nos trajeron dolor y sufrimiento?... ¿realmente sirven para algo en nuestro andar?

David estaba perdidamente enamorado de Gabriela antes de que yo hiciera reaparición en su vida. Ella era una mujer muy a su estilo. Vivía sola desde hacía mucho tiempo, era independiente, relajada, social, con muchos amigos y tenía un peculiar gusto por todo lo que fuera de la onda "hippie". No fueron novios mucho tiempo, pero esos meses le bastaron a David para perderse totalmente por ella y convertirse en su mas ferviente admirador. Ella, aunque no le desagradaba David, digamos que no parecía estar tan "interesada" como él. Cuando a David le ofrecieron un trabajo fuera de la ciudad en la que ambos vivían, la relación tambaleó, y él comenzó a tener dudas y celos del comportamiento de su novia ahora que él ya no estaría presente. El noviazgo sufría de desconfianza, David le hacía constantes escenas de celos a distancia y Gabriela, fiel a su estilo liberal, no estaba dispuesta a entrar en el rol de novia que se queda en casa. Cuando David vuelve a la ciudad para recuperar lo que quedaba de la relación, Gabriela estaba indecisa de continuar, así que terminó con él, pero a David le costaba mucho aceptar que lo habían dejado, así que cometió el común error de un corazón roto: Empezó a mendigar amor. Ella ya incluso tenía a otra persona, pero David, imposibilitado a aceptar que la había perdido, se aferró a ese espejismo de amor que tenía y con tal de recuperarla, acabó con lo que le quedaba de dignidad, pasando tristemente a convertirse en una especie de amante ocasional esperanzado al día en que ella le dijera que volverían a ser pareja oficialmente. Pasados los meses y los muy evidentes pisoteos de su ahora ex novia, un buen día David solo dijo: "¡¿pero qué estoy haciendo?!"... Puso fin a la relación de forma definitiva. Hoy, luego de que ya han pasado años de aquel incidente, y ahora que David puede ver su situación desde lejos, con seguridad afirma: "¡Yo no me quería en lo absoluto!... Estaba obsesionado con ella y lo que era mejor para mi no era importante, lo mas importante era tenerla a ella. Fue entonces que me di cuenta cuánto tiempo no me he valorado a mi mismo"

La enseñanza dentro del marco de cero dignidad en la que él se encontraba enfrascado, fue al final de cuentas como lo dijo Martha con su frase, porque aunque la relación con Gabriela no le dio a David lo que él buscaba (un amor para toda la vida con ella), definitivamente le mostró lo que necesitaba aprender de sí mismo y de la forma que llevaba sus relaciones. Le mostró que debía quererse a si mismo primero y jamás permitir menos en su vida que el amor que él mismo estuviera dispuesto a dar. Estoy segura que la historia de David nos recuerda mucho a nosotros mismos. 


En mi muy personal anécdota y como la mayoría que lee estos artículos lo sabe, me encontraba en una relación que, aunque tuvo muchísimos buenos momentos, las cosas terminaron como la mayoría de las mujeres teme que su matrimonio termine: con violencia, un engaño y que finalmente nos cambien por otra (sin pelos en la lengua, así fue). Me costó muchos meses entender que lo que me estaba pasando, especialmente la última parte, era algo que debía agradecer, ¿¡quién en su sano juicio agradece eso?! Pero veámoslo de este modo, yo, increíblemente, no tenía problema alguno en que mi pareja fuera violento conmigo, ¿porqué?, claro, la baja autoestima, aceptando todo con tal de que no me dejara. Cuando el engaño hace su aparición en la relación luego de varios años de estar juntos, ya saben, el mundo se viene encima, no sabe una que hacer, y finalmente todo termina. En ese entonces no iba yo a escribirle una carta de agradecimiento y un cheque de $10,000 pesos a la ahora nueva novia de mi ex esposo por su oportuna intervención en mi vida, ¡yo los odiaba! habían destruido mi vida, pero, ¡Error!, ellos NO habían destruido mi vida, yo había sido partícipe de esa catástrofe, ¿cómo?, yo desde el inicio deje claro (y promoví) que las faltas de respeto estaban PERMITIDAS porque eso era lo que yo merecía (permitiendo y provocando empujones, amenazas, celos, golpes). No me malinterpreten, a pesar de todo, yo creo que mi ex es una persona llena de cualidades: su gran sentido del humor, su espíritu emprendedor y esa hambre de llegar más alto es algo que siempre admiraré. Lo que quiero puntualizar en este tema es que no somos VICTIMAS de los diabólicos agresores que nos tocan como novios o esposos, sino que el aprendizaje clave de todas esas relaciones que consideramos como "pérdidas de tiempo" (por el daño que pudieron habernos causado) son en realidad duras lecciones escondidas pero necesarias por todos los errores que tenemos dentro y cometemos a la hora de relacionarnos con otros tales como: no amarnos lo suficiente, no respetar a otros ni a nosotros mismos, permitir que nos maltraten, maltratar a otro, aceptar menos que lo merecemos, mendigar amor, etc.

La verdad detrás de una mala relación y más aun, lo que debemos aprender cuando esta termina, NO son todos los errores que el otro cometió ni la verdad de que hemos estado junto a un psicópata o una manipuladora, sino todos los errores psicológicos internos que nosotros tenemos y que nos llevan a meternos o quedarnos en relaciones así. Viéndolo de este modo, las malas relaciones son males necesarios que nos hacen ver cosas de nosotros mismos que honestamente, no nos gusta admitir, como que tenemos baja autoestima, que nos consideramos no deseados, que somos miedosos, inseguros y cobardes... ¡que cosas!

La común frase que nos dicen cuando una relación termina y nos ven llorando sentados en la acera de la calle es: "Todo pasa por algo"... y tal vez no la creas hoy, pero sin duda mañana entenderás porqué estás pasando esto y la respuesta no es que de ahora en adelante debes odiar a todos, sino en verdad, amarte más a ti mismo... Después de todo, la respuesta siempre es el amor, y siempre primero desde adentro de cada uno de nosotros.


 

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