Eran casi las 7.30pm, yo esperaba dentro de una habitación el momento en que Mónica, mi Coordinadora de Bodas y nueva amiga, me dijera "Ya, es momento", pero el juez decidió retrasarse unos minutos, que como siempre cuando esperamos y los nervios nos crispan el cuerpo, ¡me parecieron horas!... Mientras el tiempo transcurría lentamente y escuchaba a la gente pasar cerca de donde me encontraba escondida, un pensamiento como balde de agua fría calló en mi cabeza: "¡Wow!, es una realidad, ¡Voy a casarme!... de nuevo".
Existen muchas teorías y estadísticas de nosotras las personas que contraemos nupcias por segunda (o tercera o cuarta) vez. Lo primero es que la tendencia a fracasar incrementa prácticamente al doble. Es decir si una vez nos divorciamos, ¡por qué no hacerlo de nuevo!, y se vuelve mas frecuente conforme avanzamos en nuestra colección de maridos. Segundo es que nos casamos por otras razones que no son las que nos hicieron vestirnos de blanco por primera vez; estas van desde que queremos que alguien se haga responsable de nuestros hijos (si los hay), o porque nos sentimos solas, o porque nos falta algo de dinero. ¡También hay creencias bastante absurdas!, como que para empezar no deberíamos siquiera hacer una fiesta y mucho menos despedida. Vestirse de blanco es un insulto porque para empezar, somos impuras. Pedir regalos es también algo inapropiado y bueno, al final parece que casarse una vez tiene sus derechos y beneficios, mismos que pierdes si por alguna razón tu primer matrimonio resulta ser un fracaso, o dicho de un modo menos dramático, inesperadamente no funcional.
Por los tabúes que esto puede generar en quienes tienen derecho a rehacer no solo su vida sino también una celebración por ello, y con la única intención de calmar los nervios si es que alguien se atormenta con la idea o las dudas de volverse a vestir de blanco y usar un velo, les dejo algunos tips bastante útiles al respecto:
1. Vestirse de blanco: Ni siquiera debería de entrar en duda pero la realidad es que sí hay gente que se lo pregunta... "¿Será inapropiado irse de blanco en mi segunda boda?". Con las cosas como estamos hoy en día ni la mitad de nosotras se casaría de ese color desde la primera vez. Hace tiempo significaba pureza, hoy la verdad es mas una tradición ya que tampoco me gusta considerar impura a la gente que vive y disfruta su sexualidad. Por ende y para resumir, si quieres irte de blanco, vuélvete a ir de blanco. Si alguien te dice que no deberías, solo ríete... en serio, ríete.
2. Hacer fiesta: Mientras planeaba mi segunda boda la verdad ya no tenía tantos compromisos como con la primera, había muchas cosas que podía eliminar del protocolo porque simple y sencillamente ya lo había "cumplido" con anterioridad. Los compromisos de tus padres, de trabajo, los "deber ser" desaparecen y eres libre de hacer lo que te plazca. Si quieres haces una ceremonia pequeña y si quieres el festín más grande que la anterior. Aprovecha que ahora tienes esa libertad.
3. Regalos y despedidas de soltera: Inicialmente los regalos de la boda y las despedidas de soltera eran para "ayudar" a los futuros novios a iniciar su vida marital. Como no es tu caso y digamos que electrodomésticos ya tienes, ¿Se vale hacer estas celebraciones?. En nuestra cultura puede darse el caso de que sea en cierta forma "inapropiado" para algunas personas, sin embargo no tienes porqué limitar tu celebración. En lugar de hacer la clásica despedida de soltera con tus tías, primas, la abuela y todo el folclor comprometido, ¡haz una fiesta con tus amigas mas cercanas!... el plan no es reunir dinero sino celebrar tu próximo enlace. ¿Y en la boda?... deja que los invitados elijan la forma que quieran darte un detalle.
4. Volver a casarse ¿Volver a equivocarse?: La razón por la que tu primer matrimonio no funcionó para estas alturas debes conocerla bastante bien, y si no fue tu error al menos por completo, es importante estés consciente de en dónde también fallaste con la única intención de abrir bien los ojos para esta maravillosa segunda oportunidad. Hay un dicho que dice: "En su segunda boda una mujer no lleva velo porque esta vez quiere ver bien con quién se esta casando". Con el corazón ilusionado pero los ojos más abiertos que antes.
Personalmente, cuando me encontraba en medio de todos mis preparativos de mi segunda boda empezaron a atacarme ciertas dudas como: ¿Debería ir de largo? ¿De corto? ¿De beige? ¿Poner la opción de regalos en la invitación? ¿Hacer despedida? ¿Hacer ceremonia?... La gente que va a mi segunda boda, ¿La comparará contra la primera?... ¡Vaya! Tantas preguntas, tantos estereotipos, estadísticas y esquemas sociales de como deberían ser y no ser las cosas, mismos que nos hacen olvidar para qué nos casamos, y la respuesta es tan simple: Porque queremos estar junto a esa persona, porque queremos ponerle ese gafete tan único y trascendente a nuestra pareja. Queremos formalizar y cerrar ese círculo que parece abierto e inconcluso.
... "Laura, ¡ya!" dijo Mónica en voz apresurada y con una sonrisa mientras interrumpía mis reflexiones y me empujaba a la ceremonia. Aquí vamos Laura, a casarnos, a jugarnos esta carta, a apostar por la estabilidad de pareja aun sobre una experiencia que a gritos decía: "¡Es una terrible idea! ¡Nada es para siempre!". Subí el primer escalón, la luz del verano me dio de frente, respiré, caminé y ahí estaba David, con su traje azul. A David no le gusta el negro, su color favorito es el blanco, como el vestido que finalmente elegí para ese momento (bueno, la verdad era un poco beige). No estuve nerviosa ni un momento a partir de que pisé el escalón, sabía hacia donde caminaba, sabía que era mi decisión y que lo hacía consciente. Al final y después de todo ¿No merecemos todos una segunda oportunidad? Si se la damos a gente que nos hace daño ¿Porqué no a nosotros mismos? Porqué cerrarse habiendo tanto por dar, hacer, sentir... ¡VIVIR!
¡Qué bien se siente estar de vuelta!
¿Quieres contarme tu historia? Seguramente se parece a la mía: laura.franco3101@gmail.com
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