martes, 25 de octubre de 2016

Cuando Ya No Me Quieren: Una Relación Que Agoniza

"Cuando ya no te quieran, lo sabrás, aunque no te lo digan. Lo sentirás desde lo más profundo porque la indiferencia jamás pasa desapercibida". Walter Riso

Santiago es un amigo de la familia desde que estábamos en la preparatoria. Cuando lo conoces de inicio se muestra serio, reservado y siempre metido en sus asuntos, pero una vez que agarra confianza, no hay quien pueda callarlo. Es agradable y suele estar de buen humor la mayor parte del tiempo. Durante nuestra amistad con la familia le hemos conocido un par de novias, pero jamás lo vimos tan enamorado como lo estaba de Jessica. Ella no era la mujer mas atractiva ni sociable del grupo, incluso sus anteriores parejas eran mas del tipo "alma de la fiesta", pero algo había atrapado perdidamente a Santiago, sentíamos que había cambiado su vida, verlo publicar fotos juntos en cada lugar era de todos los días en el Facebook, ¡Se veía tan lleno de vida!... sí, solo él se veía así. 

A Jessica la conocí muy poco, parecía estar seria en las reuniones y aunque en ocasiones se dejaba llevar por los malos chistes de su novio, en más de una ocasión parecía que le era molesta su presencia, pero aun así, su relación duró 6 meses. De pronto Jessica comenzó a alejarse cada vez más de Santiago. Parecía que todos notábamos su distanciamiento, excepto el mismo Santiago: "Es que se peleó con sus papás", "Es que se le perdió el celular", "No pudo venir por un proyecto en la escuela", "No subas a Facebook la foto que nos tomamos todos, a ella no le gusta". Si, todos veíamos la indiferencia de Jessica, menos él. ¿Hemos sido nosotros mismos Santiago alguna vez? ¿No queremos ver la realidad de una relación que agoniza? ¿Nos aferramos a un espejismo de amor que se desvanece?... ¿No queremos aceptar que no nos quieren?

Cuando estamos sumergidos en una relación agonizante las señales de que ésta ya se ha terminado o debe de terminar son bastantes: Nuestra pareja quiere más tiempo a "solas" y menos con nosotros, no nos considera en sus planes de una salida un viernes por la noche o simplemente nuestra opinión acerca de su vida y decisiones es innecesaria. En la intimidad el comportamiento también cambia, rechaza nuestros besos y abrazos, y hasta tenernos cerca parece ser repulsivo, como si estuviéramos enfermos de gripe... y si estas señales son tan evidentes, ¿porqué no las vemos? 

No le dijimos nada a Santiago por no herir sus sentimientos, pero una tarde de hamburguesas y luego de que nuevamente Jessica no se apareció utilizando otra de sus excusas, y al ver a mi amigo un poco desanimado, me armé de valor y le dije lo que quizás más de uno pensábamos: "Oye, ¿no has pensado que tener una relación sin andarse 'escondiendo' de ti sería mejor? ¿No te gustaría que alguien gritara a los cuatro vientos que te ama?", Santiago no se molestó por el comentario, incluso respondió seguro: "Es que eso ya lo tengo con Jessica, yo sé que ella me quiere, me lo ha dicho"... "Pero, ¿no consideras que te está evitando?, digo, hoy, por ejemplo, tampoco vino", la confianza entre nosotros me hizo atreverme a insistir. "Si, la verdad es que si se comporta extraño" se sinceró Santiago "... pero bueno, espero que sea temporal". Semanas más tarde sucedió, Jessica lo dejó y aunque todos pensamos que sería por fin el paso fulminante y Santiago se liberaría de una relación no muy equitativa, y lo veríamos algunos días llorar su pena, la historia dio otro giro algo predecible, Santiago comenzó a rogarle, a decirle que lo pensara bien, que seguramente no sabía lo que hacía. Le daba algo de espacio pero al final volvía a buscarla. Jessica también se comenzó a portar indecisa, lo rechazaba y cuando él dejaba de rogarle, era ella quien le mandaba un mensaje a media noche reclamando su indiferencia. Él, aún enamorado, caía, la llamaba, le pedía se vieran y arreglaran las cosas, pero ella de pronto dejaba de contestar sus llamadas. Si de por si la cosa ya era tóxica, se volvió aun mas compleja. Una noche fuimos a buscar a Santiago a su casa, le llevamos de cenar, él había estado hospitalizado dos semanas por una enfermedad estomacal muy fuerte. Al llegar y preguntarle por su estado de salud, el tema de Jessica inevitablemente salió a flote y le pregunté si lo había buscado, respondió en un tono triste que no. Él mismo se había encargado de enterarla de su desafortunado descalabro médico pero ella pareció no importarle. Lo vimos muy resignado. ¿Tuvo que llegar a ese momento para aceptar que debía alejarse de esta situación? ¿Que estaba en una relación agonizante? 

Vivir junto a Santiago el caso con su enamorada me recordó a cuando mi relación con mi primer novio terminó; por meses guardé la esperanza de que volvería y fue hasta que en un certamen de belleza de la universidad, al buscarlo entre la gente desde el escenario y no encontrarlo, que me di cuenta que debía tirar la toalla, la relación había terminado hacía varios meses, pero me negaba a aceptarlo, ¿por miedo a sentirme sola? ¿por temor a lo desconocido? ¿terror hacia la incertidumbre?... No es fácil aceptar que perdimos, que estamos en una pelea de box aguantando hasta el último round cuando desde el primero debimos retirarnos antes de salir con más moretones, pero nos quedamos a esperar el knock-out para que alguien nos saque arrastrando de ahí. 

Pero entonces, si todo es tan obvio, ¿Porqué no podemos ver cuando una relación ya agoniza?... Por el mismo miedo, se requiere mucho coraje aventarse al vacío y resignarse a que hemos perdido al ser amado, por eso nuestro mecanismo de defensa es trata de convencernos a nosotros mismos de que no pasa nada, que todo está bien, aunque como dice Walter Riso en la frase con la que empecé este artículo, en el fondo, honestamente, lo sabemos, lo sentimos, la relación no sirve. Decía un texto: "Cuando sientas que solo tú estás luchando para mantener el barco a flote, es momento de dejar de luchar".

Vimos a Santiago hace un par de semanas en un bar del sur de la ciudad, aún con cierta nostalgia en sus ojos pero poco a poco más fuerte. Sabemos que su camino apenas empieza pero al menos pareciera que ya vio el panorama con un poco más de perspectiva, muchas veces es necesario demos dos pasos para atrás para ver la foto completa de la situación, y entonces entendemos un poco más en dónde estamos. Un amigo solía aconsejarme "Cuando no sepas qué hacer, piensa que tú no eres tú, que eres un amigo y te están pidiendo un consejo, solo así podrás ver las cosas desde afuera y darás una opinión objetiva del caso". 

¿Alguna vez has sentido el amor en su máxima expresión? Ese que no se niega, que lo gritan al mundo, que te expresan con cada palabra lo importante que eres... ¿Porqué nos conformamos con menos? ¡Afuera hay un mundo de increíbles experiencias por vivir con quien de verdad quiera disfrutarlas a nuestro lado!... Jamás me conformaré con tu lástima cuando un día tuve tu amor. Te amo, pero me amo más a mí.

Laura Franco

martes, 18 de octubre de 2016

El Empoderamiento Femenino

A mis 20 años tuve mi primer trabajo formal en una Compañía grande y bien establecida. Yo ingresé como Asistente del área de Recursos Humanos y mis compañeros (un hombre y dos mujeres) eran algunos años mayores que yo. Conforme pasaba el tiempo nuestra relación de trabajo mejoraba y día a día nos teníamos mucha más confianza, al grado que no solo tocábamos temas laborales sino charlábamos de problemas personales, situaciones familiares y claro, de nuestra opinión acerca de otros compañeros. Una mañana nos tocó conocer a la Asistente de uno de los mas altos directivos de la empresa. Era una mujer iniciando sus 30, delgada, rubia, de estatura mediana y bien vestida. Fue amable con nosotras y hasta intentó hacernos plática en la primera oportunidad que tuvo mientras nos preparábamos el café. A las pocas horas se retiró y mis compañeras féminas no tardamos en hacer nuestros comentarios al respecto… sí, hablamos pestes de ella.

“¿Viste la ropa que traía?” “¡Mande con su labial barato!” “¿Cuánto tiempo tiene en la empresa? ¿Ya tan rápido es Asistente del Director?” “Yo escuché que ‘algo’ había hecho para llegar ahí” “A leguas se ve que es medio llevadita”.


No importa qué tan buena gente seamos, hay que aceptarlo, el sentido de competitividad femenina está arraigado en nuestro ser y quitarlo requiere mucha madurez. No es necesario irnos tan lejos, seguramente has vivido alguna vez que en una boda otra señorita llevaba el mismo vestido que tú (no somos famosas de Hollywood como para que un diseñador nos realice una pieza única, así que siempre corremos el riesgo de toparnos a alguien con el mismo gusto)… ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando eso sucede?... ¡A QUIÉN SE LE VE MEJOR!. Pareciera que estamos siempre en una carrera, en una competencia contra las que son de nuestro género. Si una conocida se pone en forma podemos hasta acusarla de haberse pasado el bisturí por todo el cuerpo. En las reuniones con ex compañeras de la escuela pareciera que va a haber un concurso de quién engordó menos estos años.

En las relaciones tampoco estamos exentas de ser unas crueles juiciosas de otras mujeres. Piénsalo un poco, conoces a un chico, parece ser maravilloso, y entonces, sale a relucir el tema de una ex novia, la vemos como una bruja, enemiga, arpía y mal nacida que abusó de la buena voluntad de un santo que ahora es nuestra pareja. Sin conocerla la odiamos y criticamos. Nuestro hombre puede decir pestes de ella y claro ¡las creemos! Y hasta le agregamos de nuestra cosecha. Piensa en otro ejemplo, nos hemos enamorado del típico y flamante hombre comprometido, ese que habla mal de su mujer, que es una desobligada, que no lo atiende, que no le importa… ¡pobre de él! ¡Maldita bruja! Siendo que él esta engañándola con nosotras.

Volvamos al plano de lo profesional, miramos a una mujer que ha logrado altos puestos Gerenciales o Directivos y creemos que es una fémina dura y sin corazón… Preferimos como superiores a los hombres porque entre mujeres chocaríamos… ¡BASTA!, tanta innecesaria guerra y mala competencia por lograr ganar cuando en realidad, lo que deberíamos estar haciendo es valorar, admirar y aprenderle algo a esas mujeres que logran o están en algún lugar o posición donde nosotros quisiéramos llegar. Que consiguieron el puesto de trabajo soñado, el cuerpo ideal, una buena pareja. ¿Sabemos qué está detrás de toda esa mala competencia femenina?... Envidia, inferioridad, inseguridad de nosotras mismas. Desprestigiamos a las que vemos amenazantes porque quizás están sobre nosotros en intelecto, capacidad o incluso en dedicación, esfuerzo y disciplina (envidiamos a las de buen cuerpo pero a nosotras nos cuesta pararnos de la cama a hacer una abdominal). Seamos honestas, hay mucho campo por hacer a la hora de en lugar de aplastarnos, apoyarnos las unas a las otras. Si vemos que una compañera ha llegado a importantes puestos en la compañía, ¡qué bueno!, hay que ver que podemos aprenderle en lugar de criticarle. Una conocida puso un negocio y apenas arranca ¡vamos a comprarle sus servicios!, en lugar de secretamente desprestigiarle con comentarios de “que absurdo, nadie irá a su tienda”.

Detrás de toda esa insana competencia y guerra de chismes y habladurías entre nosotras mismas, escondemos el miedo, miedo a que hay una mujer que es mejor que una y debemos encontrar la forma de bajarla, si, a nuestro nivel. ¡Qué bajeza!

Abramos los ojos, los hombres son muy buenos para eso de la practicidad y complicidad, si ellos usan la misma camisa que otro se convierten en hermanos mientras que nosotras, en enemigas. Entre ellos se cuidan aunque no se conozcan (¿han oído hablar del término “bro-code”?) y nosotras a nuestras mismas amigas somos capaces de echarlas de cabeza. ¡Tenemos tanto que aprenderles!

 La rubia Asistente logró años más tarde otro ascenso y cuando vi su trabajo, comprendí que no era por su “extraño” método de lograr promociones en la empresa sino por su capacidad y seguridad al moverse dentro y fuera de la compañía. Qué gusto haber recibido esa cachetada con guante blanco como diría mi madre.

Haz una buena acción en pro del resto de nosotras mismas, no las critiques, admíralas, y si no puedes admirarlas, entonces solo ignóralas pero jamás las rebajes. Una niña inmadura critica a otras, una gran mujer engrandece a las de su género.


Laura Franco  

martes, 11 de octubre de 2016

¿Cómo Le Hago Para Que Mi Ex Vuelva?

Era el verano del año 2007, yo tenía 19 años y acababa de salir de un evento vespertino de la universidad, eran cerca de las 3 de la tarde, así que fui a casa de mi entonces novio desde hacía casi 3 años a comer una pizza y pasar el resto de la tarde en el sofá nuevo del cuarto de TV. Portaba mi blusa café de botones y un pantalón rosa (mi color favorito sobra decir). Todo transcurría con normalidad hasta que de la nada (como es costumbre en los noviazgos jóvenes) comenzamos a discutir. Yo estaba celosa por una amiga que él tenía la cual jamás conocí pero me parecía (absurdamente ahora que lo pienso) ofensiva, un peligro, podía quitarme a mi amado. Mi berrinche de niña se hizo presente hasta que de pronto, solo así y de la nada, Gabriel me dice esas palabras que parecía se guardó por años: "Ya no quiero seguir la relación". Habíamos peleado antes, seguramente se calmaría en unos minutos pensé, pero no, esta vez era fulminante, estaba terminando conmigo cuando yo mas lo amaba.

Regresé a mi casa y me encerré en mi habitación color azul y miré hacia la ventana el atardecer sin poder contener las lágrimas. Llamé a mi mejor amiga Sandy y le conté que Gabriel acababa de terminar conmigo. Ella, como fiel amiga, dijo que me calmara, que probablemente esto era una pelea y que mi novio regresaría a mi como siempre. Por días esperé a que eso fuera verdad, pero no, la cruda realidad era que me habían dejado, y ahí, justo entonces lo sentí, mi corazón partirse por primera vez.

¿Te suena familiar mi historia?... apuesto a que alguna vez viviste algo similar con el que creías sería el hombre que llegaría a casa al atardecer listo para cenar mientras tu cuidabas a los niños (si, las mujeres hacemos eso, imaginamos mucho el futuro amoroso)... pero de pronto, esa imagen tuya sonriente viéndolo bajarse de su auto en un elegante traje se disipa, se esfuma, y ahí te quedaste tu, sola, aterrada por un futuro que no conoces ni te imaginas, la incertidumbre es espantosa y no sabes qué será de ti. Y la pregunta mágica llega: "¿Cómo le hago para que mi EX vuelva?".

Mi historia es de hace ya varios años, pero la verdad es que la flamante idea de rogarle al ex y esperar sentada su regreso jamas pasará de moda para nosotras. Mis adoradas seguidoras Españolas son las que mas me lo preguntan diariamente por correos cuando su amado ha decidido que es mejor dejarlas: "¿Cómo le hago para que vuelva? ¿Crees que vaya a regresar? ¿A dónde fue todo el amor? ¿Algún día volveré a verlo?"... volvamos a la historia del 2007 con el interesante y nuevo ex novio Gabriel.

No esperé muchos días para buscarlo de las mil formas que una pueda imaginarse. El ir de "sorpresa" a lugares donde sabía que va a estar (claro, perfectamente bien vestida). El infalible momento en que lo buscas para "regresarle sus cosas" (cartas, peluches... si, seguro le interesan más a él que a ti), y ¿porqué no? ¡un intento desesperado de seducción para reconquistarlo!. Total si aun se acuesta conmigo es que sin duda me sigue amando.

Es común que las mujeres (y hombres también) nos preguntemos en alguna etapa de nuestra vida cómo lograr que una pareja que nos ha dejado vuelva, o simplemente nos cuesta hacernos a la idea de que lo hemos perdido. He conocido incluso gente que busca hacer "amarres" con tal de retener al sujeto que se va. Este tipo de frases se meten en nuestro vocabulario:


  • "Lo fui a buscar para que me dijera en mi cara que ya no quería estar conmigo"
  • "Le fui a regresar sus cosas a su casa"
  • "Tuvimos relaciones, creo que aun debe sentir algo por mi"
  • "Me dijo que ya no me amaba, pero ha pasado cosas difíciles últimamente, debe estar confundido"
  • "Seguramente no sabe qué hacer y está tomando tiempo para recapacitar"

Si analizamos estas frases nos daremos cuenta que efectivamente son "excusas" para esquivar una realidad que resulta bastante cruda para asimilar, pero es inminente. Queremos ir a que nos diga en nuestra cara que ya no nos quiere o para regresarle sus cosas pero la verdad es que solo deseamos verlo, que nos vea, que cambie de opinión al mirarnos. Excusamos su comportamiento evidentemente evasivo porque es muy duro aceptar de un solo golpe que lo hemos perdido. Por eso queremos que "vuelva". 

Lejos de todas los consejos que pudiera darles para hacer que éste hombre regrese, les voy a ahorrar algo de tiempo a aquellas personas de reciente soltería que están situación de crisis. Cuando alguien se quiere ir, hay que dejar que se vaya, todo lo que hagamos por retenerlo será en vano y si por alguna razón él o ella permanecen a pesar de que ya han expresado su deseo de partir, es por lástima, por pena por nosotros, y simplemente alargamos la agonía; esa persona se irá la siguiente vez que pueda. Dice Walter Riso que el reto del desapego es que dejemos una relación que no nos conviene no porque ya no amamos a la persona, sino porque simplemente debemos saber cuándo es momento de partir. Nadie que ya no quiera debe permanecer a nuestro lado. ¿Nos conformaremos con lástima cuando ya tuvimos amor?.

Ahora, ¿qué hacemos con el miedo? ¿con la incertidumbre? ¿con el futuro incierto? con la duda de ¿QUÉ VA A PASARME?. Aquel año Gabriel no volvió conmigo, ni siquiera lo consideró, fue cortés en mandarme a volar y firme en su decisión de no hablar más. Dejó obviamente de llamarme y los días que parecían años, poco a poco fueron siendo semanas y luego meses. Tuve que finalmente dejarlo ir. Fue doloroso el proceso, era una montaña rusa de emociones, un día era la mujer mas fuerte de todas, y el siguiente, un guiñapo en el suelo. Con el tiempo los días malos eran menos y los buenos momentos empezaban a retomar el camino. Esto había sido como romperse una pierna, tuve que aprender a caminar de nuevo.

Se llegó el día de mi cumpleaños, estaba planeando una gran fiesta temática y durante semanas fue el tema de conversación por todos lados. Justo en medio de elegir mi vestido para esa noche recibí una llamada, era él, era Gabriel, esa llamada que tanto esperé. "Solo hablaba para desearte un feliz cumpleaños". No supe que decir, me había costado tanto trabajo salir adelante, una parte de mi seguía furiosa, otra más, triste, pero un destello me mantenía alerta, estaba esperanzada, con mucho esfuerzo había logrado sentirme viva de nuevo y decidí que quería seguir sintiéndome así. Agradecí el buen gesto y terminé la llamada.

Si te espanta la pregunta de ¿Qué sigue ahora en mi vida?, te puedo decir que vas a renacer, que vas a volver a sonreír y que tu mundo con el tiempo volverá a pintarse de colores, pero la verdad es que no me vas a creer, no ahora, no con el corazón roto, así que solo diré que ante una situación de crisis uno de los mejores consejos que leí fue el de aferrarse a un ideal, no soltarlo y agarrarse de él cada vez que sintamos nos deshacemos a pedazos. "Voy a estar bien, voy a salir adelante"... y créeme, un día vas a despertar, te verás al espejo y dirás: "Estoy bien, ¡y es hora de ir por más!".

Laura Franco

martes, 4 de octubre de 2016

¡Voy a Casarme Otra Vez!... Tips Para No Preocuparse por el Qué Dirán

Eran casi las 7.30pm, yo esperaba dentro de una habitación el momento en que Mónica, mi Coordinadora de Bodas y nueva amiga, me dijera "Ya, es momento", pero el juez decidió retrasarse unos minutos, que como siempre cuando esperamos y los nervios nos crispan el cuerpo, ¡me parecieron horas!... Mientras el tiempo transcurría lentamente y escuchaba a la gente pasar cerca de donde me encontraba escondida, un pensamiento como balde de agua fría calló en mi cabeza: "¡Wow!, es una realidad, ¡Voy a casarme!... de nuevo".


Existen muchas teorías y estadísticas de nosotras las personas que contraemos nupcias por segunda (o tercera o cuarta) vez. Lo primero es que la tendencia a fracasar incrementa prácticamente al doble. Es decir si una vez nos divorciamos, ¡por qué no hacerlo de nuevo!, y se vuelve mas frecuente conforme avanzamos en nuestra colección de maridos. Segundo es que nos casamos por otras razones que no son las que nos hicieron vestirnos de blanco por primera vez; estas van desde que queremos que alguien se haga responsable de nuestros hijos (si los hay), o porque nos sentimos solas, o porque nos falta algo de dinero. ¡También hay creencias bastante absurdas!, como que para empezar no deberíamos siquiera hacer una fiesta y mucho menos despedida. Vestirse de blanco es un insulto porque para empezar, somos impuras. Pedir regalos es también algo inapropiado y bueno, al final parece que casarse una vez tiene sus derechos y beneficios, mismos que pierdes si por alguna razón tu primer matrimonio resulta ser un fracaso, o dicho de un modo menos dramático, inesperadamente no funcional. 

Por los tabúes que esto puede generar en quienes tienen derecho a rehacer no solo su vida sino también una celebración por ello, y con la única intención de calmar los nervios si es que alguien se atormenta con la idea o las dudas de volverse a vestir de blanco y usar un velo, les dejo algunos tips bastante útiles al respecto:

1. Vestirse de blanco: Ni siquiera debería de entrar en duda pero la realidad es que sí hay gente que se lo pregunta... "¿Será inapropiado irse de blanco en mi segunda boda?". Con las cosas como estamos hoy en día ni la mitad de nosotras se casaría de ese color desde la primera vez. Hace tiempo significaba pureza, hoy la verdad es mas una tradición ya que tampoco me gusta considerar impura a la gente que vive y disfruta su sexualidad. Por ende y para resumir, si quieres irte de blanco, vuélvete a ir de blanco. Si alguien te dice que no deberías, solo ríete... en serio, ríete.

2. Hacer fiesta: Mientras planeaba mi segunda boda la verdad ya no tenía tantos compromisos como con la primera, había muchas cosas que podía eliminar del protocolo porque simple y sencillamente ya lo había "cumplido" con anterioridad. Los compromisos de tus padres, de trabajo, los "deber ser" desaparecen y eres libre de hacer lo que te plazca. Si quieres haces una ceremonia pequeña y si quieres el festín más grande que la anterior. Aprovecha que ahora tienes esa libertad.

3. Regalos y despedidas de soltera: Inicialmente los regalos de la boda y las despedidas de soltera eran para "ayudar" a los futuros novios a iniciar su vida marital. Como no es tu caso y digamos que electrodomésticos ya tienes, ¿Se vale hacer estas celebraciones?. En nuestra cultura puede darse el caso de que sea en cierta forma "inapropiado" para algunas personas, sin embargo no tienes porqué limitar tu celebración. En lugar de hacer la clásica despedida de soltera con tus tías, primas, la abuela y todo el folclor comprometido, ¡haz una fiesta con tus amigas mas cercanas!... el plan no es reunir dinero sino celebrar tu próximo enlace. ¿Y en la boda?... deja que los invitados elijan la forma que quieran darte un detalle. 

4. Volver a casarse ¿Volver a equivocarse?: La razón por la que tu primer matrimonio no funcionó para estas alturas debes conocerla bastante bien, y si no fue tu error al menos por completo, es importante estés consciente de en dónde también fallaste con la única intención de abrir bien los ojos para esta maravillosa segunda oportunidad. Hay un dicho que dice: "En su segunda boda una mujer no lleva velo porque esta vez quiere ver bien con quién se esta casando". Con el corazón ilusionado pero los ojos más abiertos que antes.

Personalmente, cuando me encontraba en medio de todos mis preparativos de mi segunda boda empezaron a atacarme ciertas dudas como: ¿Debería ir de largo? ¿De corto? ¿De beige? ¿Poner la opción de regalos en la invitación? ¿Hacer despedida? ¿Hacer ceremonia?... La gente que va a mi segunda boda, ¿La comparará contra la primera?... ¡Vaya! Tantas preguntas, tantos estereotipos, estadísticas y esquemas sociales de como deberían ser y no ser las cosas, mismos que nos hacen olvidar para qué nos casamos, y la respuesta es tan simple: Porque queremos estar junto a esa persona, porque queremos ponerle ese gafete tan único y trascendente a nuestra pareja. Queremos formalizar y cerrar ese círculo que parece abierto e inconcluso. 

... "Laura, ¡ya!" dijo Mónica en voz apresurada y con una sonrisa mientras interrumpía mis reflexiones y me empujaba a la ceremonia. Aquí vamos Laura, a casarnos, a jugarnos esta carta, a apostar por la estabilidad de pareja aun sobre una experiencia que a gritos decía: "¡Es una terrible idea! ¡Nada es para siempre!". Subí el primer escalón, la luz del verano me dio de frente, respiré, caminé y ahí estaba David, con su traje azul. A David no le gusta el negro, su color favorito es el blanco, como el vestido que finalmente elegí para ese momento (bueno, la verdad era un poco beige). No estuve nerviosa ni un momento a partir de que pisé el escalón, sabía hacia donde caminaba, sabía que era mi decisión y que lo hacía consciente. Al final y después de todo ¿No merecemos todos una segunda oportunidad? Si se la damos a gente que nos hace daño ¿Porqué no a nosotros mismos? Porqué cerrarse habiendo tanto por dar, hacer, sentir...  ¡VIVIR!

¡Qué bien se siente estar de vuelta!

¿Quieres contarme tu historia? Seguramente se parece a la mía: laura.franco3101@gmail.com 

Enamórate de un Valiente

  Teníamos solo un mes juntos pero eso no era impedimento para las palabras, las promesas, las ideas, los sueños y las ilusiones. Me habí...