martes, 24 de marzo de 2015

Todos Tenemos Una Estela

 Cuando estaba en mis primeros semestres de la universidad mi padre me compró un auto modelo 1992, el cual fue mi medio de transporte casi toda la carrera. En aquellos años no todos mis compañeros tenían auto, así que un día después de clases me llevé a un grupo grande de amigos a un centro comercial cercano, pero las comunes distracciones que existen al conducir cuando eres menor de edad, se hacen más presentes cuando van todos tus amigos haciendo escándalo en la parte trasera del auto, y mientras eso sucedía, unos topes muy altos y en forma de cilindro se atravesaron en mi camino y la parte de abajo del motor se dañó considerablemente, ¿cómo me di cuenta?... por el caminito de aceite que dejé en el estacionamiento del lugar y por el cual los vigilantes de la zona dieron conmigo para "multarme" por haber ensuciado varios metros del lugar. No pude huir, el camino que dejé me delataba... había dejado una "estela" de aceite por un error mío, que me costó un regaño considerablemente fuerte de mi padre.

Muchos años mas tarde y cuando me encontraba en días de trámites legales, una mañana un compañero de trabajo llamado Carlos fue a mi lugar a tener una breve conversación laboral que más tarde se convirtió en una interesante plática de ex parejas lastimosas. Él me contó de una ex novia que tuvo con la cual las cosas terminaron mal y acabó con el corazón roto, y de paso, yo le platiqué mi caso de aquellos días, a lo que él simplemente cerró nuestra triste conversación con: "Todos tenemos una estela". Ése día volví a casa con la frase retumbando en mi cabeza y después de hacer un poco de remembranza con mi propia historia, entendí lo que Carlos intentaba decir aquella mañana. 

Hace varios años empecé una relación con un apuesto joven en la universidad que parecía tenerlo todo: atractivo, inteligencia, decisión y grandes planes para el futuro... Pero por alguna razón siempre se alejaba de mi para tomar llamadas de sus "ex novias locas" (como él las llamaba) porque algunas seguían reclamándole algo inconcluso de su pasada relación. Yo estaba muy enamorada de él así que le creí que sus ex estaban psicóticas y que él era un inocente incomprendido que había logrado zafarse a tiempo de semejantes arpías abusivas. Sin embargo cuando empecé a entrar más en su vida fui encontrando correos o mensajes de ellas en las que reclamaban infidelidades y maltratos, hechos que él aceptó y dijo que simplemente habían sido errores del pasado, así que yo era la afortunada novia que ahora lo tenía. No pasó mucho tiempo cuando yo me convertí en la nueva víctima y la relación acabó, y poco tiempo después lo volví a ver con una nueva conquista, a lo que yo no pude evitar pensar: "¿seré ahora yo la ex novia loca y psicótica?"... Es probable que esa persona cuente con una lista negra de parejas/amistades lastimadas, y entonces retomando la analogía de Carlos, ¿su estela estará compuesta de un fuego que quema todo a su paso?... Seguramente ya recordaste a alguien así... Pero no es la intención principal identificarlos a ellos (aunque nos es útil para tomar distancia), sino es muy importante que también nosotros nos cuestionemos: "¿de qué está hecha nuestra estela?".

Todos somos de alguna forma protagonistas de nuestra propia historia, pero no todo en la vida se trata de nuestra película, ya que al mismo tiempo somos actores secundarios en las obras teatrales de los demás, y nuestra participación, breve, larga, de un día o 10 años, tiene un efecto en las personas y en sus vidas, así como de ellos en las nuestras, es por eso que hay gente que recordamos con una sonrisa y hay otros tantos que... solo los recordamos pero no queremos volver a saber de ellos, y eso en su mayoría se debe a que dejaron una huella sucia en nuestro camino, y a pesar de que con los años podemos aplicar el inteligente "perdón", preferimos no vuelvan a tocarnos.

Mientras más crecemos obviamente tocamos más vidas, conocemos a más personas, tenemos más gente en nuestro repertorio de historias y a su vez, nosotros participamos en la vida de más gente cada día, y como dijo Carlos aquella mañana: "todos tenemos una estela" y esa estela nuestra que con cada día que pasa es más larga, no es más que el camino que vamos dejando y las vidas que vamos tocando a nuestro paso y la huella que dejamos en todos ellos. Es verdad que somos personas que podemos herir incluso sin intención a alguien y no estamos exentos de cometer errores que dañen a más de uno, pero hay que llegar a un punto consciente de maduración en el que decidimos de qué estará hecha nuestra estela, qué compone nuestro camino, con qué recuerdo queremos quedarnos en la vida de los demás, ya que, como decía mi madre: "La vida da muchas vueltas", y esa estela sucia o limpia, tarde que temprano nos va a tocar verla de frente y ¿nos va a gustar?...

Aunque una estela sucia no sea algo de lo que nos podemos esconder, como me sucedió con mi incidente del aceite de motor por todo el estacionamiento del centro comercial, mientras haya vida, hay tiempo de bajarse del auto, arreglar esa fuga y decidir dejar de hacer un desastre en todos lados... y aunque no podemos volver atrás para limpiar por completo nuestra catástrofe, nunca es tarde para retomar el camino y transformar nuestro futuro.

Laura Franco

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