lunes, 12 de diciembre de 2016

El 1er Año: ¿Y la luna de miel?

Sábado en la tarde, David y yo habíamos despertado cerca de mediodía ya que la noche anterior nos desvelamos como cuando teníamos 18 años en un concierto de rock en un bar del Barrio Antiguo. Ya íbamos algo tarde a una cita pactada con Alex y Mónica para ver unos pendientes de un evento en el que trabaríamos en conjunto. Terminando el trabajo y aprovechando que el clima estaba excelente para tomar un café y comerse un pan de elote, fuimos a un restaurante cercano. Aunque platicamos con ellos con mucha familiaridad, la verdad es que apenas los conocemos, sin embargo tenemos algo en común, los cuatro estamos algo así como recién casados (digo 'algo así' porque cuento también el tiempo de Union Libre), es decir que nos encontramos en esa etapa que mucha gente nos dice Luna de Miel. Si, esa época con la que todos soñamos, donde el matrimonio es solo una palabra para ese desborde gigantesco de pasión. Vivimos esperando que llegue la noche para hacer el amor sin falta de forma diaria. Amanecemos a su lado, abrazados, oliendo maravillosamente. El baño siempre está limpio, las sabanas perfectas, el desayuno en la cama... ¿¡Quién nos dijo semejante mentira?!

Cuando era joven siempre soñé con el día de mi boda y claro, mi vida de casada, de feliz esposa, radiante, perfecta, la casa limpia y bien decorada... y yo, siempre bien atendida. Me bastó mi primer matrimonio para darme cuenta lo lejos que estaba de esa idea. Luego de la luna de miel inmediatamente nos mudamos a esa pequeña casa que logramos rentar con nuestros sueldos de jóvenes adultos de 23 años. La mudanza fue una tortura, los muebles, la ropa, el tener todas las cosas en cajas. La base de la cama no subió las escaleras, así que dormimos con el colchón en el suelo durante dos semanas. El agua caliente no funcionaba, el drenaje de toda la casa se tapó hasta la calle por problemas de la construcción inicial. En fin, y esos eran solo los problemas de habernos mudado, faltaban los más importantes: Los de pareja.

Yo no se si solo me pasó a mí pero conforme escucho anécdotas de estos casos me doy cuenta que somos más los miembros del club de: "¿No que iba a vivir de luna de miel?". Por mi parte cuando me hablaban del primer año de casados me imaginaba teniendo relaciones sexuales todo el día, pero ciertamente luego de ver la tapa del baño levantada, el piso sucio, los trastes hasta el techo, la montaña de ropa que había que lavar, una fuerte discusión por que yo quería ver a mi madre y mi entonces esposo no quería salir y la nostalgia de extrañar a mi familia, lo que menos pensaba era en tener sexo salvaje en la barra de la cocina. Nos la vendieron diferente, nos tragamos el estereotipo donde los recién casados viven un primer año color de rosa, pero la verdad es que muy poco se nos prepara para lo que realmente se nos avecina en este importante lapso de tiempo (¡y deberíamos difundirlo más!), no me extraña entonces que muchas parejas terminen muy pronto. Cuando vivía estos días de disque 'Luna de Miel', la mayoría de mis conocidos bromeaban con frases de "De seguro no salen de la habituación"... Yo solo reía pero por dentro pensaba: "¡Por Dios!... Algo anda mal en mi matrimonio".

Por ello y en base a mi sana experiencia y de la que claro, me han compartido mis allegados, desmentiré para que nadie se asuste, los dos mitos de lo que pasa en ese primer año de 'Luna de Miel':

1. Vas a tener sexo todo el día.- Ok, para esta frase debemos recordar que antes la gente se casaba virgen. Si, hoy la mayoría ya probamos esas mieles desde antes de los 20, por lo que llegar a 30 (la nueva edad de moda para casarse) y jamás haber vivido una fiesta que acabó en una resaca moral, tuvimos que haber estado en una cueva o reprimimos mucho nuestros deseos (muy respetable). Dicho lo anterior, quizás esto sí pasaba antes porque tener sexo era novedad, lo prohibido, lo que solo harías con una sola persona en tu vida. Como esto ya no aplica para nuestra época moderna, digamos que 'hacerlo' cada mañana, tarde y noche con tu novio/novia ahora esposo/esposa, pues tampoco es lo más relevante (aunque claro, jamas menos importante) de tu día. Aunado a ello, tus ocupaciones incrementan, por lo que debes hacer muchas más tareas que antes si solo vivías con tus padres. ¡Claro que hay sexo!, solo que tampoco es como nos dijeron que viviríamos como conejitos.

2. Todo es color de rosa.- Yo no sé de donde sacaron esa frase, ¡la verdad es que de recién casados es casi cuando te peleas más y por más tonterías que nunca!. Recordemos que casarse o entrarle a la unión libre significa que vamos a tener que convivir MUCHO con otra persona que fue criada por más de 20 años de una manera distinta a la nuestra (por mas parecidos que sean). A él le enseñaron que la ropa se lava 3 veces a la semana y a ti 1. A ella le dijeron que la cena se compone de quesadillas con jamón y a ti tu madre cada noche hacía un platillo diferente de su vasto libro personal de recetas. Todo esto creará diferencias que poco a poco irán sobrellevando y al final, las costumbres de tu pareja y las tuyas, evolucionarán a hacer las que serán propias de ustedes como pareja (es decir, que ahora van a lavar 2 veces por semana y van a cenar quesadillas con jamón y algún otro guisado). 

Después de que me divorcié viví sola 1 años y medio, tiempo en el que disfruté como nunca mi soledad, pero luego de meses de relación a distancia, David llegó a vivir conmigo una mañana de Lunes. No fue necesario casarnos, con haber puesto un pie en la casa fue suficiente para que las peleas por que él no cena huevo y yo sí, comenzaran. No importaba que yo ya hubiera tenido algo de 'experiencia' en esto de unir vidas con otro ser humano, recordemos que la complejidad viene de que dos personas, completamente distintas, con distintas formas de ser, costumbres y mañas, ahora deben vivir bajo el mismo techo. Invariablemente debe generar algún tipo de presión ya que debemos modificar nuestra forma de ser y vivir para que otra persona se adapte, y lo mismo sufre la contra parte, por eso se genera esta tensión tan natural de una nueva unión. No nos asustemos si no estamos siendo tan 'felices' como pensamos que seríamos al casarnos, la clave está en entender que estamos pasando por un transe adaptativo y que éste eventualmente terminará. Y tampoco les creamos todo a esas publicaciones de Facebook donde nuestras amigos recién casados viven un cuento de hadas mientras nosotros estamos rodeados de ropa por lavar y discusiones acaloradas luego de un largo día de trabajo, si,... esa pareja perfecta también se pelea mucho. 

Todas las etapas del matrimonio o la unión libre son maravillosas, desde ese retador primer año, hasta cuando llevas al 5, 10, 15 años en donde lo quieres tanto pero aprendiste a ignorarlo cuando anda de malas.

Nos han enseñado por muchos años los estilos ideales de vivir, entre ellos claro está el de la vida en pareja, pero encuentro más conveniente recordar que la mejor historia, es la que escribes día a día al lado de esa persona que aunque estás aprendiendo a tolerarla, la amas más porque decide estar contigo, aun y cuando se ha dado cuenta que no eres tan perfecta. 

martes, 22 de noviembre de 2016

¿Una Mujer Siempre Debe Elegir?: La Familia o El Éxito Profesional

En la empresa en la que trabajo, realizamos juntas de resultados a nivel nacional cada tres meses, y dado que son eventos que involucran mucho estrés, y siendo esta una junta que dura prácticamente todo el día, al final el Director nos premia llevándonos a cenar a un bonito restaurante. La mesa se sirve y hay 20 lugares en ella. Mientras pasaban los minutos, yo tomaba mi acostumbrada actitud de sonreír sin poner mucha atención a los temas que ahí se discuten (no es la primera vez que participo en este tipo de eventos): El nuevo asador con un sofisticado sistema de calentado, el equipo de baseball y su juego de la noche anterior, las finales que se aproximan para el torneo de futbol. La verdad no son temas que me desagradan, pero la mayoría no los entiendo, a veces no son de mi interés y muchas otras, pues no tengo nada que aportar (jamas siquiera he entendido una sola regla de un juego de baseball y en cuanto a técnicas de cocina o parrilladas, pues digamos que no hago ni un sándwich). Si, la escena es tal cual la imaginan, es una mesa llena de hombres en sus 40's.


Voy a contextualizar un poco. Tengo la dicha de haber sido nombrada Gerente de un área de la Compañía hace algunos meses. Dado quizás el giro en el que me encuentro, la mayoría de quienes comparto lugar en la sala de juntas son hombres. Somos tres mujeres de hecho, otra Gerente con muchos años de experiencia en el ramo de las exportaciones, y la tercera es la Asistente del Director. Como seguía perdida entre los "Home runes" de la plática, mi mente hizo una pausa, observé con detenimiento y me pregunté: "¿Por qué hay más hombres que mujeres en esta mesa?"

Salimos del lugar y debía llevar a la Asistente del Director y a otro compañero a sus casas. No pude evitar la duda a mi incógnita e hice la pregunta en voz alta: "¿Cuál sigue siendo la diferencia de que ciertos puestos parezcan seguir reservados para los hombres y no para las mujeres?... Es decir, está demostrado que no es un tema de capacidad, inteligencia, coraje ni ganas de salir adelante... pero ¿porqué siguen siendo mayoría los hombres?, ¿qué paso nos sigue faltando para llegar a él?", pregunté con una verdadera preocupación. El único hombre que viajaba en el auto mencionó con seguridad: Disponibilidad... ¿Tenemos las mujeres menos disponibilidad que los hombres?. "¡Pero trabajamos las mismas horas!" le respondí a Pablo enseguida. "Si, pero una mujer se embaraza y se incapacita. Es normalmente la mujer quien sale de imprevisto de la oficina si un hijo enferma. Muchas veces debemos tomar un vuelo por una urgencia al otro lado del país y para una mujer con hijos esto suele ser complicado". ¿Pablo tenía razón? ¿Somos nosotras aún presas de los roles tradicionales de cuidar la casa lo cual sentimos como nuestra naturaleza obligatoria el no poder dejar la madriguera por mucho tiempo? Si somos quienes mantenemos unido el hogar, ¿Es por ello que no se nos permite ausentarnos un largo periodo de tiempo?. "Pablo, entonces explícame porqué tu novia es Gerente de una importante empresa manufacturera?" continué... "Es soltera, no tiene hijos" cerró Pablo la conversación.

Esta conversación siguió dando vueltas en mi cabeza por varios días, ¿era esto verdad?. Puesto que la duda seguía en el aire y yo no estaba del todo satisfecha con la respuesta que me había dado Pablo esa noche, aproveché un viaje a la Ciudad de México para pedirle su opinión a la pareja mas intelectual que conozco: Nini y Charlie, ambos personas sumamente inteligentes, pensadores por si mismo y jamás por un estereotipo, cuestionadores de reglas y paradigmas, siempre buscando el porqué de las cosas. "No importa si eres hombre o si eres mujer, ese tipo de posiciones (Gerenciales/Directivas) exigen que hagas sacrificios" aseguró Charlie. Eddna, otra amiga del grupo que viajaba con nosotros, agregó: "Una importante mujer de negocios dio una plática en la compañía en la que trabajo y ella dijo que para lograr llegar a su posición, tuvo que renunciar a su matrimonio. Ese era el precio que había pagado por su éxito profesional". Eddna y Charlie hablaban de lo mismo, para llegar a esos niveles había que sacrificar algo sin importar si eras hombre o mujer... pero la diferencia es que, al menos para un hombre y por muchos años, esto siempre ha sido así. Todos conocemos a alguien o lo hemos visto muy de cerca, el esposo viaja, no está una semana, la mujer cuida la casa y los hijos, no es raro ni malo... es normal e incluso de aplaudirse, esto podría significar que el sujeto en cuestión tiene un buen puesto de trabajo... pero entonces ¿nosotras? ¿cómo funciona este asunto cuando pareciera que fuimos 'hechas' para mantener vivo el hogar? ¿podemos ausentarnos semanas por una junta fuera de la ciudad? ¿llegar entre semana a media noche porque un evento del trabajo se alargó?

El día que me dieron el asenso en el trabajo estaba muy cerca de mi boda con David, así que era una fantástica noticia para cerrar la noche con broche de oro, ¡qué buena racha!, fuimos a cenar para celebrar. Yo iba con mi sonrisa de oreja a oreja, luego de mucho esfuerzo había logrado que me dieran esa posición tan importante para mi. David estaba contento de verme sonreír al decirlo, era una noche increíble, todo iba perfecto hasta que en medio de la conversación, mencioné que por la posición tendría que viajar. Su semblante cambió. David no es del tipo de hombres machistas ni posesivos, pero pareciera que le había dicho que me mudaría a otro país. Comenzamos a discutir en la mesa y aun ni siquiera terminábamos de cenar. Él no quería una esposa ausente. La boda estaba en puerta. No pude contener las lagrimas del enojo y entonces dije en tono molesto: "No es justo, si fueras tú quien da esta noticia estuviéramos celebrando, pero como soy yo, es una catástrofe... ¿es porque soy mujer?¿es porque se supone que debo estar en la casa?". La verdad era que David no estaba equivocado tampoco, él solo estaba reaccionando en base a lo que sus esquemas sociales le habían enseñado como correcto. Salí del restaurante, sabía que si David no me apoyaba, con el dolor de mi corazón tendría que terminar la relación y no porque alguno de los dos estuviera mal, sino por que simplemente buscábamos diferentes cosas y no teníamos porque permanecer en ella. Más valía aceptarlo de una vez. Había avanzado apenas unos 100 metros cuanto David me alcanzó por la espalda, me detuvo, hablamos ahí, parados en el estacionamiento... "Quiero estar contigo, así que voy a apoyarte en lo que tú quieras hacer".

Luego de esa noche, con los meses comenzaron a llegar los viajes fuera de la ciudad e incluso del país. No voy a decir que ha sido fácil pero sé que él ha puesto mucho de su parte por adaptarse y apoyarme en mis sueños, aún en contra de generaciones y generaciones de enseñanzas de roles para hombre y mujer.


Entonces, volviendo a la pregunta inicial donde la respuesta es el 'sacrificio', mismo que se traduce a 'disponibilidad', ¿En dónde debemos esforzarnos más que los hombres para escalar en nuestra vida profesional?... Creo que la respuesta la tuve esa noche en la cena, se requiere de la combinación de 2 factores: Hay que defender nuestros sueños y elegir como pareja a quien realmente desee apoyarnos. Muchas veces el primer punto nos va a dejar solas, como quizás le sucedió a esa señora de la que Eddna habló que sacrificó su matrimonio por su sueño profesional, muy seguramente sufrió al perder a su pareja pero sabía que debía defenderse a sí misma aun y que eso significara hacerlo sola... y la segunda, me parece que va de la mano. ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera cedido en esa cena con David? ¿Si no me hubiera levantado de la mesa y hubiera defendido mi punto? Tal vez David hubiera "ganado" y yo habría rechazado mi nuevo puesto, pero entonces no se habría desencadenado la necesidad de adaptarse y claro, apoyarse y con ello, que el mismo amor creciera.

¿Una mujer siempre tiene que elegir?... sí, pero lo que tiene que elegir no es ni la familia ni el trabajo, sino a ella misma, a sus deseos, a sus sueños, perseguirlos, abrazarlos, respetarlos y no dejar que nadie los tome. Consecuentemente encontraremos una pareja que nos ame y ame nuestros sueños tanto como nosotras, y él nos apoyará a cuidar a los niños, lavar la ropa, salirse también del trabajo porque uno de los hijos enfermó. El mensaje que enviamos al defender a capa y espada nuestra visión de vida es que tenemos suficiente autoestima como para decidir incluso estar solas con tal de no sernos infieles a nosotras mismas. Alguien que se ame tanto sin duda nos atrae a todos.

El martes pasado estaba fuera del país, era mi segunda noche lejos de casa. Llegué a mi cuarto de hotel luego de cenar, para tener mi momento preferido del día: el FaceTime con mi esposo, como cuando éramos novios a distancia... Solo que esta vez, verlo apoyar mis sueños me hacia amarlo mucho más.

Laura 

martes, 8 de noviembre de 2016

¡Mi Novio No Se Quiere Casar!... A la espera del anillo de compromiso

¡Hemos avanzado tanto en nuestras expectativas de mujer!, queremos ser exitosas en los negocios, tener un saludable y sensual cuerpo, que nuestra tarjeta de crédito siempre esté disponible para comprar esos increíbles zapatos y claro, disfrutar de una sexualidad sin los horrendos tabúes de las generaciones pasadas. Somos ambiciosas, decididas, trabajadoras e independientes, pero, hay que aceptarlo, por mas avanzadas que seamos en nuestros ideales, ninguna le hace el feo a un anillo de compromiso (bueno, quizás una que otra, pero la mayoría seguimos soñando con vestirnos de blanco). Podemos ser la Gerente de una importante empresa o incluso dueña de nuestro próspero negocio, y aunque parezca que ya no necesitamos de un hombre, en el fondo seguimos deseando que un agradable sujeto se arrodille y nos pida seamos su mujer por el resto de nuestros días.


Dejando claro que la carrera hacia el altar sigue estando de moda (a pesar de la evolución social), no es raro que muchas de nosotras, ahora en nuestros casi o un poco mas de 30, busquemos por fin cerrar el capítulo de novia para convertirnos en esposa y algunas otras, en madres... y, ciertamente las que llevan ya algo de ventaja en la carrera se podría pensar son aquellas que cuentan con una relación, pero, ¿qué pasa si de pronto nuestra pareja no da ese paso?

Estuve saliendo con Andrés un tiempo, un tipo increíblemente bueno, parecía tenerlo todo: buen empleo, deseos de emprender, planes para el futuro, un agradable sentido del humor y bueno, también era bastante guapo. Salimos unas 10 veces, 10 citas, pero yo no olvido la primera, la recuerdo como si fuera ayer, la plática que tuvimos, cada palabra, las risas, el auto, mi vestido, yo lo sabía perfectamente desde esa primera vez que salimos, yo quería estar con él, no había dudas... bueno, de mi parte, Andrés no estaba del todo convencido. Cada cita que seguía era más y más confusa, habían indirectas, de pronto parecía muy interesado y de repente yo era un 0 a la izquierda. Yo no soy de las que se quedan con la duda así que levanté mi voz y dije una noche: "Bueno, es evidente que me gustas y que quiero estar contigo (por si mi obvio comportamiento no lo hubiera dejado ya en evidencia) pero... ¿tú quieres lo mismo?"... Andrés vaciló en su discurso titubeante. Daba respuestas ambiguas que no llevaban a ningún lado y cerró con un: "Creo que debemos conocernos más. Si me gustas pero, he estado mucho tiempo fuera de una relación y la verdad no lo sé". Mientras buscaba alguna señal de vida en mi pre-relación con Andrés, David, mi amigo de la infancia, hizo su aparición luego de una espera de 11 años sin vernos. Como las cosas con Andrés aun no eran serias, decidí aceptar la invitación de David de juntarnos aquí en la ciudad donde yo vivo (que en ese entonces, David era foráneo). Fui clara con David a su llegada, yo no quería una relación... pero al parecer los sentimientos de él fueron necios y me ignoraron. La noche previa antes de regresar a su natal Guadalajara, me confesó estar cayendo enamorado de mi. No debí pero Andrés vino a mi mente en ese momento ¿Andrés necesita muchas citas para ver si quiere estar conmigo y David solo una?.

Unos años antes de este furtivo encuentro entre David y yo, él mismo tenia una pareja de nombre Diana quien estaba perdidamente enamorada de él. Tuvieron una relación relativamente larga (un par de años) en donde Diana con seguridad insistía en que era David con quien ansiaba casarse. David no correspondía y aunque no terminaba con la relación, simplemente 'le daba largas'. El final ya lo conocemos, ellos terminaron, pasaron varios meses y luego estaba David en mi cama diciendo que me amaba.

¿A dónde quiero llegar con este ejemplo? ¿Porqué hay parejas que nos dan largas? ¿Cómo podemos explicar esas relaciones de años que no se concretan y que luego conocen a alguien y en 3 meses ya planean su boda en Los Cabos?... ¿¡PORQUÉ MI NOVIO NO ME PIDE QUE ME CASE?!... Bueno amigas, siéntense, relájense, esto va a doler... A nuestra pareja no le interesamos tanto como para hacer un futuro con nosotras.

Si, odienme por mi comentario pero al menos piénsenlo... ¿Nosotras necesitamos años y años para estar seguras de dar ese gran paso?... Es una forma de compararlo pero yo no requerí de muchas citas con Andrés para saber que quería estar con él, ¡la primera noche ya lo sabía!... estaba segura, igual iba a necesitar tiempo para conocerlo pero mis sentimientos me lo decían. ¿Tú necesitas 10 años para saber que quieres casarte con él?

Ahora, en nuestra época actual existen las personas que simplemente no quieren casarse, no creen en este tipo de uniones y para ser honestos no les interesa en lo más mínimo (bastante respetable por cierto). Si nosotras coincidimos con esta idea, entonces no hay mucho problema, la cosa se complica cuando nuestra niña interna nos exige ir a buscar un Vera Wang blanco aunque sea de segunda mano.  

Dicho lo anterior, es muy importante clarificar el asunto con una simple pregunta:

¿"MI NOVIO NO QUIERE CASARSE" o "MI NOVIO NO QUIERE CASARSE CONMIGO"?. 

Si tu pareja pertenece a la categoría 1 (los eternos solteros), ¿estarías dispuesta a vivir en una relación así?. Debes tener claro que tu novio NO quiere casarse y por ende, obligarlo resultaría una terrible idea que más tarde podría reprocharte. 

La categoría 2 es realmente la más popular, digamos el 90% de estos casos estamos con el tipo de "no quiero casarme CONTIGO"... Estoy segura que enojada preguntarás: "¿y porqué no me dice?". No me quedé con la duda, le pregunté a David respecto a su pasada relación con Diana: "Si ella te amaba, ¿porqué no te casaste?", "No me veía con ella" respondió, "¿Y porqué entonces no terminabas?" insistí, "No sé, era difícil, me acostumbré supongo. El tiempo simplemente pasó". 

Aún con dudas de cómo desarrollar este tema y darles una convincente explicación de porqué nuestra pareja le saca la vuelta a formalizar lo nuestro, una noche mientras no teníamos nada que hacer, mi amiga Paty sacó su propia teoría al respecto: "Si no están muy jóvenes, si ya terminaron de estudiar, si ya tienen algo de dinero ahorrado y llevan más de 3 años sin pedirte que formalicen, ¡no lo hará!... No le interesas tanto y es evidente que no quiere casarse contigo". Claro, la teoría de Paty suena muy fulminante, como todo en la vida hay excepciones, pero seamos honestas, la mayoría de las veces esto sí aplica.

Entonces, ahora que tenemos claro que podemos estar en la categoría 2, ¿se vale hacer presión?... A la mayoría nos aterra parecer histéricas o que nos tachen de locas obsesionadas pero, ¡Es tu vida! ¡Es tu tiempo!... ¡CLARO QUE SE VALE!... Tienes todo el derecho de preguntar hacia dónde va una relación, poner sobre la mesa qué es lo que tu quieres y pedirle a tu pareja sea honesto y te lo diga. Si, puede que nos llevemos la desagradable sorpresa de que no quieren casarse con nosotras y nos quedemos sin el novio y mucho menos el prometido, pero ¿no nos da algo de tranquilidad eso? Esa paz de que dejamos la puerta abierta a quien sí esté seguro de que quiere estar con nosotras. La verdad duele al inicio, incomoda, aprieta, pero con el tiempo ser fiel a una misma es la mejor de las ideas. No dejes de lado tus planes y tus sueños solo para que se parezcan a los de la otra persona. Créeme, siempre hay alguien con todas las ganas de gritarle al mundo que quiere que seas su esposa... y no necesita 10 citas o 10 años para saberlo.

Laura Franco

martes, 25 de octubre de 2016

Cuando Ya No Me Quieren: Una Relación Que Agoniza

"Cuando ya no te quieran, lo sabrás, aunque no te lo digan. Lo sentirás desde lo más profundo porque la indiferencia jamás pasa desapercibida". Walter Riso

Santiago es un amigo de la familia desde que estábamos en la preparatoria. Cuando lo conoces de inicio se muestra serio, reservado y siempre metido en sus asuntos, pero una vez que agarra confianza, no hay quien pueda callarlo. Es agradable y suele estar de buen humor la mayor parte del tiempo. Durante nuestra amistad con la familia le hemos conocido un par de novias, pero jamás lo vimos tan enamorado como lo estaba de Jessica. Ella no era la mujer mas atractiva ni sociable del grupo, incluso sus anteriores parejas eran mas del tipo "alma de la fiesta", pero algo había atrapado perdidamente a Santiago, sentíamos que había cambiado su vida, verlo publicar fotos juntos en cada lugar era de todos los días en el Facebook, ¡Se veía tan lleno de vida!... sí, solo él se veía así. 

A Jessica la conocí muy poco, parecía estar seria en las reuniones y aunque en ocasiones se dejaba llevar por los malos chistes de su novio, en más de una ocasión parecía que le era molesta su presencia, pero aun así, su relación duró 6 meses. De pronto Jessica comenzó a alejarse cada vez más de Santiago. Parecía que todos notábamos su distanciamiento, excepto el mismo Santiago: "Es que se peleó con sus papás", "Es que se le perdió el celular", "No pudo venir por un proyecto en la escuela", "No subas a Facebook la foto que nos tomamos todos, a ella no le gusta". Si, todos veíamos la indiferencia de Jessica, menos él. ¿Hemos sido nosotros mismos Santiago alguna vez? ¿No queremos ver la realidad de una relación que agoniza? ¿Nos aferramos a un espejismo de amor que se desvanece?... ¿No queremos aceptar que no nos quieren?

Cuando estamos sumergidos en una relación agonizante las señales de que ésta ya se ha terminado o debe de terminar son bastantes: Nuestra pareja quiere más tiempo a "solas" y menos con nosotros, no nos considera en sus planes de una salida un viernes por la noche o simplemente nuestra opinión acerca de su vida y decisiones es innecesaria. En la intimidad el comportamiento también cambia, rechaza nuestros besos y abrazos, y hasta tenernos cerca parece ser repulsivo, como si estuviéramos enfermos de gripe... y si estas señales son tan evidentes, ¿porqué no las vemos? 

No le dijimos nada a Santiago por no herir sus sentimientos, pero una tarde de hamburguesas y luego de que nuevamente Jessica no se apareció utilizando otra de sus excusas, y al ver a mi amigo un poco desanimado, me armé de valor y le dije lo que quizás más de uno pensábamos: "Oye, ¿no has pensado que tener una relación sin andarse 'escondiendo' de ti sería mejor? ¿No te gustaría que alguien gritara a los cuatro vientos que te ama?", Santiago no se molestó por el comentario, incluso respondió seguro: "Es que eso ya lo tengo con Jessica, yo sé que ella me quiere, me lo ha dicho"... "Pero, ¿no consideras que te está evitando?, digo, hoy, por ejemplo, tampoco vino", la confianza entre nosotros me hizo atreverme a insistir. "Si, la verdad es que si se comporta extraño" se sinceró Santiago "... pero bueno, espero que sea temporal". Semanas más tarde sucedió, Jessica lo dejó y aunque todos pensamos que sería por fin el paso fulminante y Santiago se liberaría de una relación no muy equitativa, y lo veríamos algunos días llorar su pena, la historia dio otro giro algo predecible, Santiago comenzó a rogarle, a decirle que lo pensara bien, que seguramente no sabía lo que hacía. Le daba algo de espacio pero al final volvía a buscarla. Jessica también se comenzó a portar indecisa, lo rechazaba y cuando él dejaba de rogarle, era ella quien le mandaba un mensaje a media noche reclamando su indiferencia. Él, aún enamorado, caía, la llamaba, le pedía se vieran y arreglaran las cosas, pero ella de pronto dejaba de contestar sus llamadas. Si de por si la cosa ya era tóxica, se volvió aun mas compleja. Una noche fuimos a buscar a Santiago a su casa, le llevamos de cenar, él había estado hospitalizado dos semanas por una enfermedad estomacal muy fuerte. Al llegar y preguntarle por su estado de salud, el tema de Jessica inevitablemente salió a flote y le pregunté si lo había buscado, respondió en un tono triste que no. Él mismo se había encargado de enterarla de su desafortunado descalabro médico pero ella pareció no importarle. Lo vimos muy resignado. ¿Tuvo que llegar a ese momento para aceptar que debía alejarse de esta situación? ¿Que estaba en una relación agonizante? 

Vivir junto a Santiago el caso con su enamorada me recordó a cuando mi relación con mi primer novio terminó; por meses guardé la esperanza de que volvería y fue hasta que en un certamen de belleza de la universidad, al buscarlo entre la gente desde el escenario y no encontrarlo, que me di cuenta que debía tirar la toalla, la relación había terminado hacía varios meses, pero me negaba a aceptarlo, ¿por miedo a sentirme sola? ¿por temor a lo desconocido? ¿terror hacia la incertidumbre?... No es fácil aceptar que perdimos, que estamos en una pelea de box aguantando hasta el último round cuando desde el primero debimos retirarnos antes de salir con más moretones, pero nos quedamos a esperar el knock-out para que alguien nos saque arrastrando de ahí. 

Pero entonces, si todo es tan obvio, ¿Porqué no podemos ver cuando una relación ya agoniza?... Por el mismo miedo, se requiere mucho coraje aventarse al vacío y resignarse a que hemos perdido al ser amado, por eso nuestro mecanismo de defensa es trata de convencernos a nosotros mismos de que no pasa nada, que todo está bien, aunque como dice Walter Riso en la frase con la que empecé este artículo, en el fondo, honestamente, lo sabemos, lo sentimos, la relación no sirve. Decía un texto: "Cuando sientas que solo tú estás luchando para mantener el barco a flote, es momento de dejar de luchar".

Vimos a Santiago hace un par de semanas en un bar del sur de la ciudad, aún con cierta nostalgia en sus ojos pero poco a poco más fuerte. Sabemos que su camino apenas empieza pero al menos pareciera que ya vio el panorama con un poco más de perspectiva, muchas veces es necesario demos dos pasos para atrás para ver la foto completa de la situación, y entonces entendemos un poco más en dónde estamos. Un amigo solía aconsejarme "Cuando no sepas qué hacer, piensa que tú no eres tú, que eres un amigo y te están pidiendo un consejo, solo así podrás ver las cosas desde afuera y darás una opinión objetiva del caso". 

¿Alguna vez has sentido el amor en su máxima expresión? Ese que no se niega, que lo gritan al mundo, que te expresan con cada palabra lo importante que eres... ¿Porqué nos conformamos con menos? ¡Afuera hay un mundo de increíbles experiencias por vivir con quien de verdad quiera disfrutarlas a nuestro lado!... Jamás me conformaré con tu lástima cuando un día tuve tu amor. Te amo, pero me amo más a mí.

Laura Franco

martes, 18 de octubre de 2016

El Empoderamiento Femenino

A mis 20 años tuve mi primer trabajo formal en una Compañía grande y bien establecida. Yo ingresé como Asistente del área de Recursos Humanos y mis compañeros (un hombre y dos mujeres) eran algunos años mayores que yo. Conforme pasaba el tiempo nuestra relación de trabajo mejoraba y día a día nos teníamos mucha más confianza, al grado que no solo tocábamos temas laborales sino charlábamos de problemas personales, situaciones familiares y claro, de nuestra opinión acerca de otros compañeros. Una mañana nos tocó conocer a la Asistente de uno de los mas altos directivos de la empresa. Era una mujer iniciando sus 30, delgada, rubia, de estatura mediana y bien vestida. Fue amable con nosotras y hasta intentó hacernos plática en la primera oportunidad que tuvo mientras nos preparábamos el café. A las pocas horas se retiró y mis compañeras féminas no tardamos en hacer nuestros comentarios al respecto… sí, hablamos pestes de ella.

“¿Viste la ropa que traía?” “¡Mande con su labial barato!” “¿Cuánto tiempo tiene en la empresa? ¿Ya tan rápido es Asistente del Director?” “Yo escuché que ‘algo’ había hecho para llegar ahí” “A leguas se ve que es medio llevadita”.


No importa qué tan buena gente seamos, hay que aceptarlo, el sentido de competitividad femenina está arraigado en nuestro ser y quitarlo requiere mucha madurez. No es necesario irnos tan lejos, seguramente has vivido alguna vez que en una boda otra señorita llevaba el mismo vestido que tú (no somos famosas de Hollywood como para que un diseñador nos realice una pieza única, así que siempre corremos el riesgo de toparnos a alguien con el mismo gusto)… ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando eso sucede?... ¡A QUIÉN SE LE VE MEJOR!. Pareciera que estamos siempre en una carrera, en una competencia contra las que son de nuestro género. Si una conocida se pone en forma podemos hasta acusarla de haberse pasado el bisturí por todo el cuerpo. En las reuniones con ex compañeras de la escuela pareciera que va a haber un concurso de quién engordó menos estos años.

En las relaciones tampoco estamos exentas de ser unas crueles juiciosas de otras mujeres. Piénsalo un poco, conoces a un chico, parece ser maravilloso, y entonces, sale a relucir el tema de una ex novia, la vemos como una bruja, enemiga, arpía y mal nacida que abusó de la buena voluntad de un santo que ahora es nuestra pareja. Sin conocerla la odiamos y criticamos. Nuestro hombre puede decir pestes de ella y claro ¡las creemos! Y hasta le agregamos de nuestra cosecha. Piensa en otro ejemplo, nos hemos enamorado del típico y flamante hombre comprometido, ese que habla mal de su mujer, que es una desobligada, que no lo atiende, que no le importa… ¡pobre de él! ¡Maldita bruja! Siendo que él esta engañándola con nosotras.

Volvamos al plano de lo profesional, miramos a una mujer que ha logrado altos puestos Gerenciales o Directivos y creemos que es una fémina dura y sin corazón… Preferimos como superiores a los hombres porque entre mujeres chocaríamos… ¡BASTA!, tanta innecesaria guerra y mala competencia por lograr ganar cuando en realidad, lo que deberíamos estar haciendo es valorar, admirar y aprenderle algo a esas mujeres que logran o están en algún lugar o posición donde nosotros quisiéramos llegar. Que consiguieron el puesto de trabajo soñado, el cuerpo ideal, una buena pareja. ¿Sabemos qué está detrás de toda esa mala competencia femenina?... Envidia, inferioridad, inseguridad de nosotras mismas. Desprestigiamos a las que vemos amenazantes porque quizás están sobre nosotros en intelecto, capacidad o incluso en dedicación, esfuerzo y disciplina (envidiamos a las de buen cuerpo pero a nosotras nos cuesta pararnos de la cama a hacer una abdominal). Seamos honestas, hay mucho campo por hacer a la hora de en lugar de aplastarnos, apoyarnos las unas a las otras. Si vemos que una compañera ha llegado a importantes puestos en la compañía, ¡qué bueno!, hay que ver que podemos aprenderle en lugar de criticarle. Una conocida puso un negocio y apenas arranca ¡vamos a comprarle sus servicios!, en lugar de secretamente desprestigiarle con comentarios de “que absurdo, nadie irá a su tienda”.

Detrás de toda esa insana competencia y guerra de chismes y habladurías entre nosotras mismas, escondemos el miedo, miedo a que hay una mujer que es mejor que una y debemos encontrar la forma de bajarla, si, a nuestro nivel. ¡Qué bajeza!

Abramos los ojos, los hombres son muy buenos para eso de la practicidad y complicidad, si ellos usan la misma camisa que otro se convierten en hermanos mientras que nosotras, en enemigas. Entre ellos se cuidan aunque no se conozcan (¿han oído hablar del término “bro-code”?) y nosotras a nuestras mismas amigas somos capaces de echarlas de cabeza. ¡Tenemos tanto que aprenderles!

 La rubia Asistente logró años más tarde otro ascenso y cuando vi su trabajo, comprendí que no era por su “extraño” método de lograr promociones en la empresa sino por su capacidad y seguridad al moverse dentro y fuera de la compañía. Qué gusto haber recibido esa cachetada con guante blanco como diría mi madre.

Haz una buena acción en pro del resto de nosotras mismas, no las critiques, admíralas, y si no puedes admirarlas, entonces solo ignóralas pero jamás las rebajes. Una niña inmadura critica a otras, una gran mujer engrandece a las de su género.


Laura Franco  

martes, 11 de octubre de 2016

¿Cómo Le Hago Para Que Mi Ex Vuelva?

Era el verano del año 2007, yo tenía 19 años y acababa de salir de un evento vespertino de la universidad, eran cerca de las 3 de la tarde, así que fui a casa de mi entonces novio desde hacía casi 3 años a comer una pizza y pasar el resto de la tarde en el sofá nuevo del cuarto de TV. Portaba mi blusa café de botones y un pantalón rosa (mi color favorito sobra decir). Todo transcurría con normalidad hasta que de la nada (como es costumbre en los noviazgos jóvenes) comenzamos a discutir. Yo estaba celosa por una amiga que él tenía la cual jamás conocí pero me parecía (absurdamente ahora que lo pienso) ofensiva, un peligro, podía quitarme a mi amado. Mi berrinche de niña se hizo presente hasta que de pronto, solo así y de la nada, Gabriel me dice esas palabras que parecía se guardó por años: "Ya no quiero seguir la relación". Habíamos peleado antes, seguramente se calmaría en unos minutos pensé, pero no, esta vez era fulminante, estaba terminando conmigo cuando yo mas lo amaba.

Regresé a mi casa y me encerré en mi habitación color azul y miré hacia la ventana el atardecer sin poder contener las lágrimas. Llamé a mi mejor amiga Sandy y le conté que Gabriel acababa de terminar conmigo. Ella, como fiel amiga, dijo que me calmara, que probablemente esto era una pelea y que mi novio regresaría a mi como siempre. Por días esperé a que eso fuera verdad, pero no, la cruda realidad era que me habían dejado, y ahí, justo entonces lo sentí, mi corazón partirse por primera vez.

¿Te suena familiar mi historia?... apuesto a que alguna vez viviste algo similar con el que creías sería el hombre que llegaría a casa al atardecer listo para cenar mientras tu cuidabas a los niños (si, las mujeres hacemos eso, imaginamos mucho el futuro amoroso)... pero de pronto, esa imagen tuya sonriente viéndolo bajarse de su auto en un elegante traje se disipa, se esfuma, y ahí te quedaste tu, sola, aterrada por un futuro que no conoces ni te imaginas, la incertidumbre es espantosa y no sabes qué será de ti. Y la pregunta mágica llega: "¿Cómo le hago para que mi EX vuelva?".

Mi historia es de hace ya varios años, pero la verdad es que la flamante idea de rogarle al ex y esperar sentada su regreso jamas pasará de moda para nosotras. Mis adoradas seguidoras Españolas son las que mas me lo preguntan diariamente por correos cuando su amado ha decidido que es mejor dejarlas: "¿Cómo le hago para que vuelva? ¿Crees que vaya a regresar? ¿A dónde fue todo el amor? ¿Algún día volveré a verlo?"... volvamos a la historia del 2007 con el interesante y nuevo ex novio Gabriel.

No esperé muchos días para buscarlo de las mil formas que una pueda imaginarse. El ir de "sorpresa" a lugares donde sabía que va a estar (claro, perfectamente bien vestida). El infalible momento en que lo buscas para "regresarle sus cosas" (cartas, peluches... si, seguro le interesan más a él que a ti), y ¿porqué no? ¡un intento desesperado de seducción para reconquistarlo!. Total si aun se acuesta conmigo es que sin duda me sigue amando.

Es común que las mujeres (y hombres también) nos preguntemos en alguna etapa de nuestra vida cómo lograr que una pareja que nos ha dejado vuelva, o simplemente nos cuesta hacernos a la idea de que lo hemos perdido. He conocido incluso gente que busca hacer "amarres" con tal de retener al sujeto que se va. Este tipo de frases se meten en nuestro vocabulario:


  • "Lo fui a buscar para que me dijera en mi cara que ya no quería estar conmigo"
  • "Le fui a regresar sus cosas a su casa"
  • "Tuvimos relaciones, creo que aun debe sentir algo por mi"
  • "Me dijo que ya no me amaba, pero ha pasado cosas difíciles últimamente, debe estar confundido"
  • "Seguramente no sabe qué hacer y está tomando tiempo para recapacitar"

Si analizamos estas frases nos daremos cuenta que efectivamente son "excusas" para esquivar una realidad que resulta bastante cruda para asimilar, pero es inminente. Queremos ir a que nos diga en nuestra cara que ya no nos quiere o para regresarle sus cosas pero la verdad es que solo deseamos verlo, que nos vea, que cambie de opinión al mirarnos. Excusamos su comportamiento evidentemente evasivo porque es muy duro aceptar de un solo golpe que lo hemos perdido. Por eso queremos que "vuelva". 

Lejos de todas los consejos que pudiera darles para hacer que éste hombre regrese, les voy a ahorrar algo de tiempo a aquellas personas de reciente soltería que están situación de crisis. Cuando alguien se quiere ir, hay que dejar que se vaya, todo lo que hagamos por retenerlo será en vano y si por alguna razón él o ella permanecen a pesar de que ya han expresado su deseo de partir, es por lástima, por pena por nosotros, y simplemente alargamos la agonía; esa persona se irá la siguiente vez que pueda. Dice Walter Riso que el reto del desapego es que dejemos una relación que no nos conviene no porque ya no amamos a la persona, sino porque simplemente debemos saber cuándo es momento de partir. Nadie que ya no quiera debe permanecer a nuestro lado. ¿Nos conformaremos con lástima cuando ya tuvimos amor?.

Ahora, ¿qué hacemos con el miedo? ¿con la incertidumbre? ¿con el futuro incierto? con la duda de ¿QUÉ VA A PASARME?. Aquel año Gabriel no volvió conmigo, ni siquiera lo consideró, fue cortés en mandarme a volar y firme en su decisión de no hablar más. Dejó obviamente de llamarme y los días que parecían años, poco a poco fueron siendo semanas y luego meses. Tuve que finalmente dejarlo ir. Fue doloroso el proceso, era una montaña rusa de emociones, un día era la mujer mas fuerte de todas, y el siguiente, un guiñapo en el suelo. Con el tiempo los días malos eran menos y los buenos momentos empezaban a retomar el camino. Esto había sido como romperse una pierna, tuve que aprender a caminar de nuevo.

Se llegó el día de mi cumpleaños, estaba planeando una gran fiesta temática y durante semanas fue el tema de conversación por todos lados. Justo en medio de elegir mi vestido para esa noche recibí una llamada, era él, era Gabriel, esa llamada que tanto esperé. "Solo hablaba para desearte un feliz cumpleaños". No supe que decir, me había costado tanto trabajo salir adelante, una parte de mi seguía furiosa, otra más, triste, pero un destello me mantenía alerta, estaba esperanzada, con mucho esfuerzo había logrado sentirme viva de nuevo y decidí que quería seguir sintiéndome así. Agradecí el buen gesto y terminé la llamada.

Si te espanta la pregunta de ¿Qué sigue ahora en mi vida?, te puedo decir que vas a renacer, que vas a volver a sonreír y que tu mundo con el tiempo volverá a pintarse de colores, pero la verdad es que no me vas a creer, no ahora, no con el corazón roto, así que solo diré que ante una situación de crisis uno de los mejores consejos que leí fue el de aferrarse a un ideal, no soltarlo y agarrarse de él cada vez que sintamos nos deshacemos a pedazos. "Voy a estar bien, voy a salir adelante"... y créeme, un día vas a despertar, te verás al espejo y dirás: "Estoy bien, ¡y es hora de ir por más!".

Laura Franco

martes, 4 de octubre de 2016

¡Voy a Casarme Otra Vez!... Tips Para No Preocuparse por el Qué Dirán

Eran casi las 7.30pm, yo esperaba dentro de una habitación el momento en que Mónica, mi Coordinadora de Bodas y nueva amiga, me dijera "Ya, es momento", pero el juez decidió retrasarse unos minutos, que como siempre cuando esperamos y los nervios nos crispan el cuerpo, ¡me parecieron horas!... Mientras el tiempo transcurría lentamente y escuchaba a la gente pasar cerca de donde me encontraba escondida, un pensamiento como balde de agua fría calló en mi cabeza: "¡Wow!, es una realidad, ¡Voy a casarme!... de nuevo".


Existen muchas teorías y estadísticas de nosotras las personas que contraemos nupcias por segunda (o tercera o cuarta) vez. Lo primero es que la tendencia a fracasar incrementa prácticamente al doble. Es decir si una vez nos divorciamos, ¡por qué no hacerlo de nuevo!, y se vuelve mas frecuente conforme avanzamos en nuestra colección de maridos. Segundo es que nos casamos por otras razones que no son las que nos hicieron vestirnos de blanco por primera vez; estas van desde que queremos que alguien se haga responsable de nuestros hijos (si los hay), o porque nos sentimos solas, o porque nos falta algo de dinero. ¡También hay creencias bastante absurdas!, como que para empezar no deberíamos siquiera hacer una fiesta y mucho menos despedida. Vestirse de blanco es un insulto porque para empezar, somos impuras. Pedir regalos es también algo inapropiado y bueno, al final parece que casarse una vez tiene sus derechos y beneficios, mismos que pierdes si por alguna razón tu primer matrimonio resulta ser un fracaso, o dicho de un modo menos dramático, inesperadamente no funcional. 

Por los tabúes que esto puede generar en quienes tienen derecho a rehacer no solo su vida sino también una celebración por ello, y con la única intención de calmar los nervios si es que alguien se atormenta con la idea o las dudas de volverse a vestir de blanco y usar un velo, les dejo algunos tips bastante útiles al respecto:

1. Vestirse de blanco: Ni siquiera debería de entrar en duda pero la realidad es que sí hay gente que se lo pregunta... "¿Será inapropiado irse de blanco en mi segunda boda?". Con las cosas como estamos hoy en día ni la mitad de nosotras se casaría de ese color desde la primera vez. Hace tiempo significaba pureza, hoy la verdad es mas una tradición ya que tampoco me gusta considerar impura a la gente que vive y disfruta su sexualidad. Por ende y para resumir, si quieres irte de blanco, vuélvete a ir de blanco. Si alguien te dice que no deberías, solo ríete... en serio, ríete.

2. Hacer fiesta: Mientras planeaba mi segunda boda la verdad ya no tenía tantos compromisos como con la primera, había muchas cosas que podía eliminar del protocolo porque simple y sencillamente ya lo había "cumplido" con anterioridad. Los compromisos de tus padres, de trabajo, los "deber ser" desaparecen y eres libre de hacer lo que te plazca. Si quieres haces una ceremonia pequeña y si quieres el festín más grande que la anterior. Aprovecha que ahora tienes esa libertad.

3. Regalos y despedidas de soltera: Inicialmente los regalos de la boda y las despedidas de soltera eran para "ayudar" a los futuros novios a iniciar su vida marital. Como no es tu caso y digamos que electrodomésticos ya tienes, ¿Se vale hacer estas celebraciones?. En nuestra cultura puede darse el caso de que sea en cierta forma "inapropiado" para algunas personas, sin embargo no tienes porqué limitar tu celebración. En lugar de hacer la clásica despedida de soltera con tus tías, primas, la abuela y todo el folclor comprometido, ¡haz una fiesta con tus amigas mas cercanas!... el plan no es reunir dinero sino celebrar tu próximo enlace. ¿Y en la boda?... deja que los invitados elijan la forma que quieran darte un detalle. 

4. Volver a casarse ¿Volver a equivocarse?: La razón por la que tu primer matrimonio no funcionó para estas alturas debes conocerla bastante bien, y si no fue tu error al menos por completo, es importante estés consciente de en dónde también fallaste con la única intención de abrir bien los ojos para esta maravillosa segunda oportunidad. Hay un dicho que dice: "En su segunda boda una mujer no lleva velo porque esta vez quiere ver bien con quién se esta casando". Con el corazón ilusionado pero los ojos más abiertos que antes.

Personalmente, cuando me encontraba en medio de todos mis preparativos de mi segunda boda empezaron a atacarme ciertas dudas como: ¿Debería ir de largo? ¿De corto? ¿De beige? ¿Poner la opción de regalos en la invitación? ¿Hacer despedida? ¿Hacer ceremonia?... La gente que va a mi segunda boda, ¿La comparará contra la primera?... ¡Vaya! Tantas preguntas, tantos estereotipos, estadísticas y esquemas sociales de como deberían ser y no ser las cosas, mismos que nos hacen olvidar para qué nos casamos, y la respuesta es tan simple: Porque queremos estar junto a esa persona, porque queremos ponerle ese gafete tan único y trascendente a nuestra pareja. Queremos formalizar y cerrar ese círculo que parece abierto e inconcluso. 

... "Laura, ¡ya!" dijo Mónica en voz apresurada y con una sonrisa mientras interrumpía mis reflexiones y me empujaba a la ceremonia. Aquí vamos Laura, a casarnos, a jugarnos esta carta, a apostar por la estabilidad de pareja aun sobre una experiencia que a gritos decía: "¡Es una terrible idea! ¡Nada es para siempre!". Subí el primer escalón, la luz del verano me dio de frente, respiré, caminé y ahí estaba David, con su traje azul. A David no le gusta el negro, su color favorito es el blanco, como el vestido que finalmente elegí para ese momento (bueno, la verdad era un poco beige). No estuve nerviosa ni un momento a partir de que pisé el escalón, sabía hacia donde caminaba, sabía que era mi decisión y que lo hacía consciente. Al final y después de todo ¿No merecemos todos una segunda oportunidad? Si se la damos a gente que nos hace daño ¿Porqué no a nosotros mismos? Porqué cerrarse habiendo tanto por dar, hacer, sentir...  ¡VIVIR!

¡Qué bien se siente estar de vuelta!

¿Quieres contarme tu historia? Seguramente se parece a la mía: laura.franco3101@gmail.com 

martes, 23 de febrero de 2016

Malas Relaciones, Males Necesarios

Rocío y Graciela entraron a mi oficina una tarde, no estaban los jefes así que el ambiente era mucho más tranquilo comparado con el usual tráfico de personal en los pasillos. Yo no estaba del todo "libre" de pendientes laborales, así que las dejé pasearse y distraerse en mi pequeña oficina. Rocío, con su toque curioso y espontáneo muy característico de su edad (es la mas joven de todo el edificio), se dirigió a mi librero y tomó lo que parecía un pequeño libro rosa. Lo abrió y ojeó rápidamente, y antes de que pudiera darme cuenta, exclamó con asombro: "¡Laura! ¿qué es todo esto?" mientras señalaba una de las páginas que incluía recortes de correos electrónicos impresos, imágenes, dibujos y algunos textos subrayados. Rocío no tenía en sus manos un libro cualquiera de mi biblioteca personal, sino mi último diario escrito entre el año 2008 y el 2012. Era de hecho el único que había sobrevivido a esa quema de obras literarias mías hacia ya algún tiempo. Mi mejor amiga Sandy me lo había regalado años atrás, y yo en aquel entonces decidí que sería el lugar donde plasmaría absolutamente toda mi relación con el que ahora es mi ex pareja. ¿Porqué lo guardé?... porqué además de que el diseño de ese diario es hermoso (el mejor que he visto), era realmente el único diario que me quedaba de 5 que había escrito desde que tenía 12 años. "Laura, ¿esto es cierto?", exclamó Rocío mientras Graciela se acercaba para ver qué había despertado el asombro de nuestra practicante. Tenían en sus manos una carta donde yo le contaba a una amiga de aquellos años, cómo era que me había fracturado el dedo índice de la mano izquierda aquella vez que recién casada, tuve una fuerte discusión con mi ex. La verdad es que ya habían pasado muchos años, por lo que ese hecho pertenecía a ese rincón de recuerdos que... la verdad ya no recordaba. Por algunos minutos le traté de platicar a mis amigas de la oficina cómo era que aquello había ocurrido, pero me costó traer a mi mente los detalles, ¡eran duros de recordar! No entré mucho en el tema y simplemente dije que era algo que ya había pasado y que no era necesario traer de vuelta. Luego al estar sola de nuevo y mientras cerraba la puerta de mi oficina pensé: "Esa relación en la que estuve 5 años de mi vida donde la mayoría de los sucesos eran dignos de poner en un programa estilo talk show... ¿valió la pena vivirla?" ¡pude haber hecho tantas otras cosas en esos 5 años!... pude haber viajado con mis amigas, irme de intercambio a estudiar a otro país, disfrutar mi graduación de la universidad... y la duda apareció: ¿existen las relaciones que se catalogan como PÉRDIDAS DE TIEMPO?

Unas semanas mas tarde, mi nueva/vieja amiga Martha me envió una imagen que decía: "Ninguna relación es una pérdida de tiempo porque si no te dio lo que buscabas, te enseñó lo que necesitabas". Y entonces me pregunto, junto a mi segunda taza de café de la noche, y luego de mi sesión de responder correos de mujeres en medio de una crisis de tristeza ahora que ese hombre que no las valoraba, las ha dejado...  ¿Ninguna relación es en verdad una pérdida de tiempo? ¿qué podemos decir de aquellas que nos trajeron dolor y sufrimiento?... ¿realmente sirven para algo en nuestro andar?

David estaba perdidamente enamorado de Gabriela antes de que yo hiciera reaparición en su vida. Ella era una mujer muy a su estilo. Vivía sola desde hacía mucho tiempo, era independiente, relajada, social, con muchos amigos y tenía un peculiar gusto por todo lo que fuera de la onda "hippie". No fueron novios mucho tiempo, pero esos meses le bastaron a David para perderse totalmente por ella y convertirse en su mas ferviente admirador. Ella, aunque no le desagradaba David, digamos que no parecía estar tan "interesada" como él. Cuando a David le ofrecieron un trabajo fuera de la ciudad en la que ambos vivían, la relación tambaleó, y él comenzó a tener dudas y celos del comportamiento de su novia ahora que él ya no estaría presente. El noviazgo sufría de desconfianza, David le hacía constantes escenas de celos a distancia y Gabriela, fiel a su estilo liberal, no estaba dispuesta a entrar en el rol de novia que se queda en casa. Cuando David vuelve a la ciudad para recuperar lo que quedaba de la relación, Gabriela estaba indecisa de continuar, así que terminó con él, pero a David le costaba mucho aceptar que lo habían dejado, así que cometió el común error de un corazón roto: Empezó a mendigar amor. Ella ya incluso tenía a otra persona, pero David, imposibilitado a aceptar que la había perdido, se aferró a ese espejismo de amor que tenía y con tal de recuperarla, acabó con lo que le quedaba de dignidad, pasando tristemente a convertirse en una especie de amante ocasional esperanzado al día en que ella le dijera que volverían a ser pareja oficialmente. Pasados los meses y los muy evidentes pisoteos de su ahora ex novia, un buen día David solo dijo: "¡¿pero qué estoy haciendo?!"... Puso fin a la relación de forma definitiva. Hoy, luego de que ya han pasado años de aquel incidente, y ahora que David puede ver su situación desde lejos, con seguridad afirma: "¡Yo no me quería en lo absoluto!... Estaba obsesionado con ella y lo que era mejor para mi no era importante, lo mas importante era tenerla a ella. Fue entonces que me di cuenta cuánto tiempo no me he valorado a mi mismo"

La enseñanza dentro del marco de cero dignidad en la que él se encontraba enfrascado, fue al final de cuentas como lo dijo Martha con su frase, porque aunque la relación con Gabriela no le dio a David lo que él buscaba (un amor para toda la vida con ella), definitivamente le mostró lo que necesitaba aprender de sí mismo y de la forma que llevaba sus relaciones. Le mostró que debía quererse a si mismo primero y jamás permitir menos en su vida que el amor que él mismo estuviera dispuesto a dar. Estoy segura que la historia de David nos recuerda mucho a nosotros mismos. 


En mi muy personal anécdota y como la mayoría que lee estos artículos lo sabe, me encontraba en una relación que, aunque tuvo muchísimos buenos momentos, las cosas terminaron como la mayoría de las mujeres teme que su matrimonio termine: con violencia, un engaño y que finalmente nos cambien por otra (sin pelos en la lengua, así fue). Me costó muchos meses entender que lo que me estaba pasando, especialmente la última parte, era algo que debía agradecer, ¿¡quién en su sano juicio agradece eso?! Pero veámoslo de este modo, yo, increíblemente, no tenía problema alguno en que mi pareja fuera violento conmigo, ¿porqué?, claro, la baja autoestima, aceptando todo con tal de que no me dejara. Cuando el engaño hace su aparición en la relación luego de varios años de estar juntos, ya saben, el mundo se viene encima, no sabe una que hacer, y finalmente todo termina. En ese entonces no iba yo a escribirle una carta de agradecimiento y un cheque de $10,000 pesos a la ahora nueva novia de mi ex esposo por su oportuna intervención en mi vida, ¡yo los odiaba! habían destruido mi vida, pero, ¡Error!, ellos NO habían destruido mi vida, yo había sido partícipe de esa catástrofe, ¿cómo?, yo desde el inicio deje claro (y promoví) que las faltas de respeto estaban PERMITIDAS porque eso era lo que yo merecía (permitiendo y provocando empujones, amenazas, celos, golpes). No me malinterpreten, a pesar de todo, yo creo que mi ex es una persona llena de cualidades: su gran sentido del humor, su espíritu emprendedor y esa hambre de llegar más alto es algo que siempre admiraré. Lo que quiero puntualizar en este tema es que no somos VICTIMAS de los diabólicos agresores que nos tocan como novios o esposos, sino que el aprendizaje clave de todas esas relaciones que consideramos como "pérdidas de tiempo" (por el daño que pudieron habernos causado) son en realidad duras lecciones escondidas pero necesarias por todos los errores que tenemos dentro y cometemos a la hora de relacionarnos con otros tales como: no amarnos lo suficiente, no respetar a otros ni a nosotros mismos, permitir que nos maltraten, maltratar a otro, aceptar menos que lo merecemos, mendigar amor, etc.

La verdad detrás de una mala relación y más aun, lo que debemos aprender cuando esta termina, NO son todos los errores que el otro cometió ni la verdad de que hemos estado junto a un psicópata o una manipuladora, sino todos los errores psicológicos internos que nosotros tenemos y que nos llevan a meternos o quedarnos en relaciones así. Viéndolo de este modo, las malas relaciones son males necesarios que nos hacen ver cosas de nosotros mismos que honestamente, no nos gusta admitir, como que tenemos baja autoestima, que nos consideramos no deseados, que somos miedosos, inseguros y cobardes... ¡que cosas!

La común frase que nos dicen cuando una relación termina y nos ven llorando sentados en la acera de la calle es: "Todo pasa por algo"... y tal vez no la creas hoy, pero sin duda mañana entenderás porqué estás pasando esto y la respuesta no es que de ahora en adelante debes odiar a todos, sino en verdad, amarte más a ti mismo... Después de todo, la respuesta siempre es el amor, y siempre primero desde adentro de cada uno de nosotros.


 

martes, 16 de febrero de 2016

No me alcanza el dinero : Consejos financieros para cambiar tu vida


Cuando tenía 16 años y estudiaba la preparatoria, mi hobbie favorito consistía en ir cada 15 días al estadio a ver jugar a mi equipo favorito de fútbol. En aquel entonces podías adquirir las entradas un miércoles antes del partido, así que por todos los medios lograba organizar el dinero de mis camiones para completar los $70 pesos que costaba el boleto. Mis padres nunca fueron muy espléndidos conmigo, no conocí un billete de $200 en mis manos hasta que tuve mis primeros trabajos, así que debía hacer maravillas con los escasos $50 que me daba mi madre para completar única y exclusivamente los transportes públicos de la semana y algo de comer cuando debía quedarme a clases vespertinas (y vaya que debía estar agradecida que a esa edad aun me diera dinero). Si la entrada al estadio costaba $70 que había que juntar cada 15 días y a mi me daban $50 a la semana, eso quería decir que tenía que distribuir mis gastos de la siguiente forma:

Semana 1 = +$50
Semana 2 = +$50
Boleto de entrada = -$70
Restante para transportes de 2 semanas = $30 

Si hago memoria, el autobús en aquel entonces costaba $2.50 y yo solo tomaba el de regreso a casa (por la mañana me llevaban hasta la preparatoria), es decir que en los 10 viajes que necesitaba casi justo me alcanzaban los $30 pesos que tenía para moverme... y debía aguantar el hambre hasta llegar a casa.

Con este pequeño y vago ejemplo de un suceso aparentemente sin relevancia en mi vida, de alguna forma ponía en práctica mis mas grandes cualidades de administración financiera. Yo tenía una meta para la cual debía ahorrar y el dinero que tenía para "gastos" era solo lo que me quedara de cumplir con mi meta y mis gastos fijos que era el transporte. Sabía que si me gastaba mi triste efectivo en frituras o comida chatarra, descompletaría mi boleto de entrada al fútbol, o me tendría que regresar a pie hasta mi casa algunos días. 

Y ahí, en esa explicación y con la imagen visual de yo contando monedas en la taquilla del estadio, reside uno de los secretos más grandes de administración financiera: la disciplina por los beneficios a largo plazo. 

Soy una pésima deportista, bailo como un tronco y me queda claro que jamás me elegirían para ser cantante de una banda de ambientación para bodas... pero conozco mis cualidades, y ser una mujer estrictamente apegada al conocimiento y dominio de mis finanzas, forma parte definitiva en mi lista de habilidades. Adoro hacer cuentas, abrir un Excel y registrar cada 3 días todos los movimientos de mis cuentas bancarias. Ni un solo peso sale de mi bolsa sin que conozca exactamente para qué lo destiné. 

Dada mi conocida forma de hacer cuentas y manejar mi economía (ojo que esta no tiene nada que ver con ser mucha o poca), en algunas ocasiones allegados míos me han preguntado cómo se logra esto, por lo que me dispongo a compartir los siguientes consejos, no de una economista ni experta en finanzas, sino de alguien como tú que debe ingeniárselas para pagar la gasolina del auto, la hipoteca y aun así tener ese deseo de comprar esos zapatos increíbles:


  • Disciplina de beneficios a largo plazo... en lugar de los de corto plazo

Este principio aplica para todo, desde aquellos años que dedicaste a estudiar mientras hubieras querido estar de fiesta toda la semana. Cambiamos la recompensa de corto plazo (¡la fiesta!) por la de largo plazo (un titulo universitario). Al hablar de dinero muchos de los errores que cometemos es que apenas lo tenemos en nuestras manos, ¡y se nos quema!... Rápido nos vamos de antro y hasta pagamos la botella, nos convertimos en el ser mas popular del bar.... pero llega el día siguiente y estás justo donde empezaste antes de que tuvieras ese ingreso (¡o peor!). No estoy en contra de destinar fondos para el ocio y la diversión, son necesarios, pero lo mejor es siempre que recibamos nuestra quincena, o cualquier pago que nos den, ordenar cómo lo moveremos siempre priorizando ahorro/inversión y gastos fijos. El beneficio es a largo plazo (no tener deudas, completar para el auto o una ampliación de la casa), en lugar del de corto plazo (pasarla bien una noche).


  • Haz un presupuesto

Andar por la vida sin rumbo normalmente nos lleva a tomar malas decisiones. En el camino de todos es importante tener una visión, un ¿a dónde vamos?... No saber cuánto ni para qué se debe destinar nuestro dinero, nos hará gastarlo en prácticamente todo menos algo productivo. Haz un presupuesto de gastos, prioriza los fijos (los servicios, la hipoteca, el transporte) y destina un monto que debe gastarse en ello. ¡Y apégate a él!


  • El engañoso efectivo

Si tener autocontrol financiero nos es difícil a todos, lo mejor será que nos pongamos a nosotros mismos ciertas "trampas" que nos eviten caer en tentaciones. Un remedio infalible para mi es que dejemos de usar efectivo. Ahora en casi todos lados aceptan tarjeta y pagar con ella, además de ser mucho más seguro, te hace que pagues solo lo que vas a gastar, y no que te gastes el restante en cosas que ni siquiera sabemos qué. Piénsalo de esta forma. Si vas a salir por una ensalada al restaurante y ésta cuesta $70 pesos, si pagáramos con efectivo, los $30 restantes garantizo nos lo gastaremos en cosas que NO necesitamos (como gustos o postres, perjudiciales también para nuestro físico y salud)  y por ende olvidaremos por completo cómo fue que ya no los tenemos. Por el contrario, si pasas tu tarjeta de débito por solo los $70 pesos, los $30 restantes siguen estando y sumando en tu cuenta bancaria. Si hicieras esto 3 veces por semana, habrías evitado una fuga de casi $100 pesos... que al año serían mas de $5,000. ¡Deja el efectivo!... acostúmbrate a que si lo vas a necesitar, tienes que buscar un cajero y sacar lo mínimo posible. Hacer esto de tener que ubicar ATM te puede dar pereza y ayuda que evites gastos que no son absoluta y estrictamente necesarios. 


  • Primero ahorra, luego gasta, ¡no al revés!

Muy de la mano con el primer punto. Nuestra errónea cultura nos hace que la mayoría de nosotros, al tener dinero en mano, lo primero que haga sea gastarlo y si le queda algo al final, es lo que ahorra... ¡ERROR!. Debemos empezar por cambiar nuestra forma de pensar y hacerlo al revés. El orden es:

1. Gastos Fijos
2. Ahorro
3. Otros Gastos

Primero lo que NECESITAS para sobrevivir (pagar la hipoteca, los servicios, la despensa), luego lo que te dará beneficios a LARGO PLAZO (ahorros e inversiones) y finalmente, lo que te queda es lo que puedes gastar en salidas sociales y gustos personales. El porcentaje a destinar a ahorros e inversión según algunos expertos es el 30%. Es decir, de todo lo que entre a tu cuenta bancaria, el 30% DEBERÍA irse directo a ese fondo. 

Con esto de dejando los gastos superfluos al final, nos "engañamos" la mente a que realmente no tenemos $10,000 pesos para gastar a la quincena, sino $2,000, que fue lo que quedó de quitar los gastos fijos (digamos $5mil) y el 30% de ahorro... Algo así como lo que a mí me pasaba con los $5 pesos que me sobraban a la quincena en la preparatoria luego de haber separado lo de los camiones y haber ahorrado para el boleto del fútbol. 


  • ¡Bancas por internet!... nuestros aliados 

Si aun no tienes un tóken para ingresar a hacer manejos de tus cuentas desde internet, formas parte de las culturas de manejo de fondos del siglo pasado. Recuerda que lo que no se puede medir, no se puede controlar, y por ende ni siquiera puedes medir a lo que no tienes conocimiento alguno. No diré mas, ¡ve al banco y haz este trámite si no lo tienes ya! (no es comercial de Banco de México).

Tener un eficiente control de nuestras finanzas no tiene mucha ciencia ni es tan complicado como muchas veces creemos, es de hecho muy similar a hacer ejercicio, ir a estudiar, esmerarte en un proyecto, solo es cuestión de disciplina y apegarse a unas reglas que el único beneficiado seremos nosotros mismos. Con algo de práctica, esto se convertirá en un hábito y hasta te dará gusto sentarte y hacer números. Créanme, la sensación de que tienes en orden tu economía es muy gratificante, no tienes que tener mucho, solo hay que saber moverlo... y a los pocos meses te aseguro cambias de auto, amplías tu casa y ¡hasta de vacaciones te vas sin problemas!, sin preocuparte, sin estrés... Es increíble los beneficios que un hábito disciplinado puede traer a tu vida ¿no?.

Enamórate de un Valiente

  Teníamos solo un mes juntos pero eso no era impedimento para las palabras, las promesas, las ideas, los sueños y las ilusiones. Me habí...