Podía escuchar sus teorías todo
el día aquella tarde de martes, era como un audiolibro de autoayuda, quería
grabarlo y venderlo. Mi amigo Octavio, un hombre que para sus 30 ha sabido cómo
vivir su vida de soltero: buenos estudios, buen empleo, viajes, autos, una casa,
pero sobre todo, la increíble seguridad que derrochaba al hablar. Si, podría
resultar algo arrogante, pero sin duda era alguien que, lejos de odiarlo, había
que aprenderle muchísimo. Al principio pensé que era una versión masculina mía,
pero luego sentí que me faltaban unos 10 pasos más para alcanzarlo en
autoestima… y egocentrismo. Ésa tarde de martes me habló de algunos textos de
seducción y la manera en que éstos funcionan en el mundo de la soltería y citas
de una noche, cómo ellos nos atrapan y las técnicas que usan para llevarnos a
“un lugar más tranquilo”. Normalmente
una mujer diría “malditos hombres” al escuchar cómo funciona el “sargeo”, pero
esa tarde decidí quitarme el chip de feminista y jugué en favor de ellos, creo
que debemos aprenderles muchas cosas en lugar de reprocharles otras tantas.
De entre todo lo que me dijo, que
se edificaba como oro en mi cabeza, absorbí lo que consideré crucial en sus
palabras: “YO SOY EL PREMIO”… y viniendo de un hombre con tanta seguridad como
él, era necesario considerar su punto de vista.
Sacando un poco la finalidad del
término (lograr citas de una noche), lo aterricé al autoestima y el
autoconcepto. ¿Cuántas veces no dejamos nuestra dignidad por los suelos porque
simplemente se nos olvida que tenemos un valor muy alto y le ponemos al otro la
corona del “premio”? ¡Él es el premio!... cómo aquella ocasión de mi llamada
fingiendo que estaba en el drive thru del Starbucks, mi estimado friendzoner
¡era el premio!, y yo la personita corriendo tras él, yo tenía que ganármelo a
él. O mi ex que con su combo de
cualidades negativas logró convencerme que era yo la que tenía que
reconquistarlo a él, ¡él era el premio! Yo no... ¡él seguía siendo el premio!
Tenemos un valor enorme como
personas y lo he dicho antes, tenemos todo para ser amados, valorados y
respetados por un igual a nosotros, pero por alguna razón en algún momento nos olvidamos
de eso, nos acostamos en el suelo y dejamos que la otra persona se limpie los
pies en nosotros. Cierto, estar en posición vulnerable es normal cuando uno se
enamora, pero que no se nos pierda de vista que merecemos un trato digno. ¡Por
Dios que yo llegué a pagar por toda una cita (cine, palomitas y cena) con tal
de que un sujeto pasara la tarde conmigo!... Fui un completo desastre. Tardé
horas en arreglarme y pagué con dinero que no tenía (tarjeta de crédito) y todo
para que la despedida fuera más fría que la cerveza que acababa de pagarle en
el Cabo Grill, ¡apenas y me dijo “Bye”! Manejaba de vuelta a mi casa en estado
de shock preguntándome qué diablos estaba haciendo, agarré el teléfono, lo
llamé y le dije que se había terminado ¡de ninguna manera iba a darle un día
más para que me tratara así!
Te compraste una hermosa y
costosa camisa blanca Calvin Klein, y tu “premio” viene de correr en el lodo
¿se la vas a dar para que se limpie los tenis?.... ¡Plánchala y póntela tú!...
es tu dignidad y no es barata.
“Yo NO tengo que convencerte que
valgo la pena como persona y que podría ser una excelente pareja, ¡eso yo ya lo
sé!... YO SOY EL PREMIO”
No es el físico sino lo que proyectas
lo que te hace atractivo.
Laura Franco
Excelente tema!! me encanto, me gustaria que hablaras mas de la Autoestima, por que pienso que nosotras nos desvalorizamos, y lo peor de todo es que por lo general no te das cuenta. Sigue asi Lau, Saludos
ResponderBorrarYazmin!, un gusto que me leas y sobre todo que te guste lo que encuentras. Claro!, buscaré seguir con los temas de autoestima y darnos el valor que merecemos. Saludos y gracias de nuevo.
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